Mara Escalante se inspira en los barrios de la ciudad para crear personajes de comedia con los que ha ganado popularidad
FOTO: Ricardo Trabulsis
Todas las sensaciones tienen la misma naturaleza: surgir y desaparecer. Y en ese círculo se inscriben los sentimientos buenos y malos, el éxito y el fracaso, y de este último, Mara Escalante hizo una herramienta.
“Fallar duele, hasta que aprendes que esa sensación se va a ir, y que el mundo y quienes te aman van a seguir ahí”, dice la actriz al narrar el instante en el que la bajaron de un escenario tras un show de comedia en un bar capitalino.
“Estaba muy joven y además de que no gustó mi trabajo, mis compañeros también se fueron en mi contra. Sentí que el fracaso me golpeó y entonces mi papá, que también es actor, me dio un consejo: ‘Tienes 24 horas para reponerte, no entregues tu poder a sentimientos que hacen daño’. Eso fue lo que hice y me resultó”.
Aceptar los altibajos le permitió seguir una carrera con la que soñó desde niña mientras veía el trabajo de sus padres, Mario Cid y Margarita Escalante, a la par que crecía entre telones.
En su juventud estudió la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro en la UNAM, lo que le dio las bases para desarrollar una pasión que descubriría años adelante: escribir guiones cinematográficos.
Con la preparación y la energía interminable de quien tiene 20 años, empezó a tocar puertas. “Cuando realmente salí, vi que no era fácil. Mi papá me enseñó dónde buscar y ahí empezó la verdadera lucha por ganar un lugar en el medio”, cuenta.
Hoy, Mara Escalante asegura que su derecho de piso en la actuación está pagado y se da el lujo de disfrutar su madurez profesional. Sin embargo, al principio, cuando las oportunidades fueron escasas, debió tomar otros trabajos para solventar gastos. Fue mesera, atendió una paletería, un puesto de comida y se desempeñó como edecán.
Pero un curso de comedia con el actor y director Julián Pastor cambió el rumbo de su carrera y la llevó al Bar Guau, el espacio donde creó, probó y pulió sus rutinas de stand up hasta convertirlas en personajes redondos, los cuales, una vez llevados a la televisión, ganaron éxito en México, Estados Unidos, Latinoamerica y España.
Un barrio de inspiración
Sin saberlo, Mara Escalante comenzó desde su infancia la construcción de dos personajes que marcaron su carrera: María de todos los Ángeles y Doña Lucha, de la serie de televisión María de todos los Ángeles. Ambos nacieron de la observación, pues tienen tela de sus vivencias en los barrios y las colonias de Tlalpan y Coyoacán, donde creció.
“Desde pequeña era como la embajadora de mi colonia” dice entre risas. “Era una época en la que las colonias Espartaco, Jardines de Coyoacán y Prados de Coyoacán estaban en expansión. Llegaban vecinos nuevos y yo les daba la bienvenida”.
Su papel de embajadora era tan serio que acompañaba a sus vecinas al mercado y les ayudaba a cocinar, aunque después le provocara remordimiento quedarse con alguna. “Yo me iba feliz, pero luego decía ‘híjole, hoy no he ido con doña Licha’ y me iba a visitarla y luego pensaba que me extrañaba doña Magos y después sentía feo de dejar a doña Aurora, y mejor hacía mi tour para visitar a todas”, cuenta.
Con el tiempo, Mara empezó a tomar actitudes de sus vecinas, mismas que permearon sus movimientos, la modulación de su voz y, como un juego, empezó a imitarlas sin imaginar que todo lo recopilado le daría forma a Doña Lucha, la mamá chilanga preocupada y sobreprotectora de la televisión.
En cambio, el personaje de María de todos los Ángeles tuvo otra inspiración: sus primas, unas chicas enamoradizas que veían telenovelas, coleccionaban pósters y se emocionaban con el romance.
Todas esas experiencias le provocan nostalgia pues ahora, dice, ya no existe esa convivencia vecinal que la formó siendo niña y por eso trata de retratar el ambiente popular familiar apoyada del humor blanco.
mimetizarse con su entorno
Mara afirma que ella no es tan distinta a sus personajes, sin embargo, su carácter apacible y el tono suave con el que habla muestran a una mujer tímida que provoca sorpresa en todo aquel que la ha visto transformada en las pantallas de cine y tv.
Asiente cuando alguien se le acerca a pedirle una foto o sonríe cuando le lanzan un elogio por su trabajo, pues está convencida de que “hay de que echarle humildad, si no, la vida te hace manita de puerco”, dice.
Como comediante participó en las trasmisiones de los Juegos Olímpicos de China 2008 y el Mundial FIFA de Sudáfrica 2010, y continuó cumpliendo sus ideales al aparecer en películas mexicanas taquilleras como ¿Qué culpa tiene el niño?, El tamaño sí importa y, próximamente, en ¿Cómo matar a un esposo muerto?, que se estrenará en septiembre y será su primer protagónico en cine.
“A la par tengo mis proyectos que estoy tratando de levantar. Tengo tres guiones cinematográficos escritos. El más trabajado se llama Llórame, Saturnina, que habla sobre las mujeres a quienes les pagan para llorar en los velorios. Todos los días empujo la carreta, trabajo y no me obsesiono, porque cuando dejamos de corretear algo, las cosas cambian, se dan y llega la paz que nos hace buscar una nueva meta”, dice.
En cifras:
- 3 guiones cinematográficos escritos por Mara Escalante están en preproducción.
- 2009 fue el año en que salió la primera temporada de la serie María de todos los Ángeles.
- 6 filmes forman su carrera en el cine, entre ellas Sexo, pudor y lágrimas y ¿Qué culpa tiene el niño?