En la Condesa, jóvenes desempleados son reclutados como vendedores. Nos metimos a esta red para decirte cómo funciona.
Alex está convencido de que una sonrisa, tener buena actitud y proyectar seguridad le bastarán para cumplir su meta: vender los 18 cupcakes que le tocan ese día. Esas mismas claves son las que intenta enseñar a otros vendedores, quienes —al igual que él— fueron reclutados para esta tarea en la colonia Condesa.
La venta empieza por las mañanas, alrededor de las 10, cerca de Metro Chilpancingo. Antes de comenzar, Alex pide a los nuevos reclutas que escriban y memoricen consejos para amarrar una compra.
Es un decálogo que él mismo recibió en las oficinas de Grupo Corporativo AAMAX, donde se recluta a estos jóvenes. Se trata de una empresa que tiene al menos seis años operando bajo el esquema de reunir vendedores para diversos productos. Anteriormente era fruta picada; hoy, además de cupcakes, ofrece trufas y paletas.
Los consejos para vender van desde cómo presentarse ante potenciales clientes y contarles una breve historia —por ejemplo, inventarles una razón por la que se entró a esta actividad— hasta la forma de cerrar una venta y buscar comprometer a la persona para que compre más en otra ocasión.
Alex insiste en que se debe sonreír, y también recomienda a los nuevos reclutas decir que son estudiantes, adular a las personas que aborden y hacerles la plática.
“El entusiasmo es importante porque se contagia y, si logras hacerlos sonreír, crear empatía, es seguro que te comprarán”, dice, al repetir una parte del decálogo.
Todos los días, según constató Máspormás, a cada grupo de vendedores se le asigna una zona o “territorio”, que abarca una delegación completa. Dentro de esa área, cada vendedor puede seguir un recorrido definido o ir por donde quiera.
A la caza de compradores
Para quienes empiezan cerca de las oficinas del corporativo, en lugares como el Parque México, la venta suele ser floja porque casi todos los vecinos ya conocen las tácticas de quienes ofrecen cupcakes.
Pese a ello, los vendedores insisten en su cacería, pues se quedan con más de 50% de las ganancias. Cada cupcake se vende en 40 pesos, de los cuales 21 son para ellos.
Dentro de la Roma también es común ver a estos grupos y la táctica de abordar a los extranjeros. Tanto con ellos como con los mexicanos, la idea es no rendirse hasta concretar la venta, dice Alex, quien asegura estar contento con su empleo porque hasta hace poco era desempleado.
Él era parte de la estadística de la Secretaría de Trabajo de la ciudad (STyFE), según la cual 51% de los capitalinos desempleados lo integran jóvenes de entre 15 y 29 años. Y es justo en ese sector donde compañías como Grupo Corporativo AAMAX encuentran mano de obra abundante, aunque no le den las mejores condiciones.
“No es un secreto que buena parte de los empleos que las empresas generan son precarios, con bajos salarios y condiciones de informalidad, y pues, obviamente, no cubren las expectativas para los chavos”, señala Rufino Medellín, director de Capacitación para el Empleo de la STyFE.
Trabajo en minutos
Conseguir uno de estos empleos no exige muchos requisitos. Para Grupo Corporativo AAMAX, basta con pasar por su edificio —en avenida Baja California—, donde los reclutadores están en busca de jóvenes.
Estos preguntan a los interesados un poco sobre su experiencia laboral y si quieren ganar entre mil 800 y tres mil 200 pesos semanales. Además, prometen Seguro Social después de mes y medio de trabajo. Y, al igual que en las ‘pirámides’, se ofrecen más beneficios entre más gente se logre atraer al negocio.
Medellín explica que lo atractivo de esto para los jóvenes es que se trata de un trabajo flexible. Sin embargo, agrega el funcionario, no es la opción laboral más recomendable porque es una actividad poco productiva, en la que no se tienen prestaciones ni se acumula experiencia para encontrar mejores empleos. “[La formalidad] es el ideal de todos nosotros, incluso lo que la OIT conoce como trabajo decente”, dice.
No obstante, en lo que va del año el panorama capitalino es poco alentador. Entre enero y marzo, la ciudad tuvo una tasa de desocupación de 5.7%, la mayor entre las 32 entidades del país.
En cifras
- 40 pesos cuesta cada cupcake que se vende bajo este esquema en las calles de la capital.
- 21 pesos reciben los jóvenes reclutados por cada pieza que logran vender en su jornada.
- 6 días a la semana trabajan los vendedores, aunque pueden optar por trabajar los siete.