Grandes edificios se abrieron paso en zonas donde tradicionalmente había casas, sólo algunas decidieron no ceder.
Imagina que de un día para otro el terreno del vecino se transforma en un edificio de 10 pisos con muros grises que impiden que el sol entre por tu ventana para disfrutar de tu paisaje habitual.
A María de Jesús Flores le ocurrió luego de vivir 60 años en la colonia Del Valle, en la delegación Benito Juárez. Junto a su casa —de dos pisos— construirán dos torres de 10 pisos con departamentos y sus respectivos estacionamientos. Dentro de poco quedará cercada por edificios.
En la Ciudad de México, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de la Vivienda, cada año se construyen siete mil viviendas, la mayoría de estos desarrollos es de edificios que han ido ganando espacio en zonas en donde tradicionalmente había casas como en las colonias Condesa, Del Valle y Roma, por nombrar algunas.
Por esta situación, hay capitalinos que se han visto obligados a dejar sus hogares para buscar otras zonas dónde vivir. Según el secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, anualmente 100 mil habitantes de la ciudad, al menos, emigran de aquí producto de este boom inmobiliario, porque familias como la de María de Jesús se ven presionadas para vender sus casas a desarrolladores de viviendas.
“Esta casa no se vende y no se vende”, dice María de Jesús, de 87 años y quien lentamente aceptó que la quietud en que vivía —y en la que crió a siete hijos y algunos de sus nietos— quedó atrás con la construcción de tres desarrollos inmobiliarios en los últimos ocho meses en la misma calle Recreo, donde vive, a sólo unos pasos del Eje 7 Sur Félix Cuevas.
Salvador Herrera, urbanista de la Universidad Iberoamericana, asegura que el origen del problema se encuentra en la falta de planeación de la ciudad, ya que se improvisan las decisiones por la falta de un Plan General de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México, una norma que regule cómo debe crecer la ciudad y bajo qué parámetros.
El especialista explica que el cambio de uso de suelo “lote por lote” no es favorable, pues propicia este tipo de casas aisladas, por lo que lo más adecuado es que el desarrollo se dé por manzanas completas, en consenso con los habitantes, como sucede en ciudades como Los Ángeles o Nueva York, para evitar afectación a los vecinos.
“Debemos anticipar su desarrollo y, en este momento, sólo está ajustándose a lo que sucede, si bien tenemos un plan delegacional, éste no define lo que nos interesa como vecinos: el espacio urbano, la creación de parques o si se tiene la infraestructura. Sólo asigna usos de suelo, por eso es necesario el Plan General de Desarrollo Urbano de la Ciudad”, dice.
UN PUEBLO ENTRE EDIFICIOS
Un par de kilómetros al sur, en la misma delegación, el pueblo de Xoco, compuesto por unas cuantas calles a espaldas de la Cineteca Nacional, estuvo a punto de quedar a la sombra de varios edificios, incluido uno de más de 60 pisos, pero la oposición vecinal logró frenar, en 2010, el proyecto de “Ciudad Progresiva” que contaría con varios edificios, plazas comerciales y hasta un hospital.
Consueño Zalpa, habitante del pueblo, considera que la lucha que dieron los habitantes logró detener la construcción ilegal de Mayorazgo 130, misma que —en su opinión— traería más caos al pueblo que sólo tiene calles pequeñas.
“En lo que nos organizábamos y pedíamos frenar las construcciones lograron construir la torre del hospital y una de oficinas, pero cuando empezaron con los cimientos para los departamentos se agrietaron todas nuestras casas y la afectación más grave fueron las cuarteaduras a la Iglesia de San Sebastián que es patrimonio histórico del siglo XVII, y hasta ahora ni la constructora ni las autoridades han hecho nada para remediarlo”, cuenta.
Enrique Pérez, integrante de la organización vecinal Suma Urbana Poniente, coincide en que el problema tiene que ver con falta de planeación y normativas de construcción en la ciudad.
“Existe este tipo de desarrollos por toda la ciudad, no es un lugar, son cientos y cientos, únicamente al amparo de la norma 26 —que regula la construcción de vivienda de interés social y media y que actualmente se encuentra suspendida por abusos de compañías inmobiliarias— se han construido más de cuatro mil 500 edificios en 10 años, no es una cuestión de zonas, sino la voracidad de la corrupción inmobiliaria”, dice.
La problemática, actualmente se encuentra en suspenso en el pueblo de Xoco, y en el caso de María de Jesús, en la Del Valle, sólo le resta aprender a vivir entre edificios con menos luz del sol —dice— y menos tranquilidad.
DATOS
40 mil viviendas es la demanda anual.
100 mil habitantes pierde anualmente la ciudad, lo que se traduce en
75 familias expulsadas.
53 cambios de uso de suelo de 2013 a la fecha se han dado por el artículo 41, según Suma Urbana.
EL INSTRUMENTO QUE FALTA
En marzo del próximo año, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del DF (Seduvi) deberá tener listo el Programa General de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México, una regulación que explique hacia dónde y cómo debe crecer la capital.
Según la Seduvi, el documento se hará con la opinión ciudadana, de expertos, académicos y autoridades locales. El resultado será la visión de cómo será la ciudad de las próximas décadas tomando en cuenta sus necesidades de vivienda y los servicios disponibles en cada zona.
UN MAL NECESARIO
El crecimiento de la ciudad debe ser vertical —dice una especialista— pese a los inconvenientes de que más personas habiten edificios que casas.
* La vicepresidenta del Colegio de Urbanistas de México, Verónica Montero, explica que la densificación de la ciudad ayuda a que se aproveche la infraestructura de servicios y transportes que existe en varias zonas de la ciudad.
* “Si no hubiera edificios nuevos en la ciudad, lo que pasaría es que en cinco años sólo van a quedar cuatro de los más de ocho millones de habitantes que existen”, dice.
* “En una ciudad como la nuestra hay que aprovechar los recursos de la mejor manera, pero redensificar no hace sentido en todas las zonas de la ciudad, por ejemplo, zonas donde hay poca infraestructura o crisis de agua”, señala.