Desde 2011, la ciudad ha invertido 867 mdp en estos instrumentos, pero cada día los conductores se quejan de que están mal sincronizados y generan caos vial.
La escena es común en las calles de la ciudad. Un semáforo con luz en verde es desaprovechado porque, metros atrás, otro en rojo mantiene detenidos los autos. Y cuando por fin se les permite el avance, el verde pasa a rojo y comienza un cuento de nunca acabar.
“Los semáforos están mal sincronizados”, dice Claudia González, una maestra de primaria quien diariamente recorre Félix Cuevas y resume las quejas de miles de conductores capitalinos. “No sé si hay alguien que les esté moviendo a propósito, o es que son automáticos y les falla el sistema porque no le dan mantenimiento”.
Sin embargo, desde 2011 y para finales de 2016 se habrán invertido 867 millones de pesos en renovar y operar la red de semáforos de la capital, de acuerdo con estadísticas que la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) entregó en respuesta a una solicitud de información.
Tan sólo para este año, se tienen presupuestados 160.8 millones de pesos, un monto mayor al asignado a la Secretaría de Protección Civil (158.9 millones). No obstante, a pesar de esa inversión, hay automovilistas que no ven mejoras en la red o creen que éstas son mínimas.
Alejandro Martínez es uno de ellos. Este contratista sostiene que los semáforos sobre avenida Patriotismo —entre Extremadura y Viaducto— están mal sincronizados, lo que causa que varias luces en rojo se encadenen mientras las verdes quedan desaprovechadas.
“No siempre pasa, pero es común que ocurra, sobre todo poco antes de las horas pico por las mañanas y a veces por las tardes, y es una bronca porque te hace imposible anticipar tu camino. Nunca sabes si van a estar bien o mal”, dice.
En la ciudad existen tres mil 100 intersecciones con semáforos. De ellas, sólo la tercera parte está automatizada y se monitorea desde la Subsecretaría de Control de Tránsito de la SSP. Las demás se programan en el lugar o son operadas de forma manual por policías u otros funcionarios. Esto significa que en la mayoría de las intersecciones se tiene que hacer una planeación previa y ajustes inmediatos cuando suceden anomalías.
“A veces te quedas atorado aquí, semáforo tras semáforo, porque dan muy poquito tiempo, y entonces la gente se queda a media calle y se arma el caos”, dice el taxista Raúl Gómez, mientras espera pasar el cruce en Monterrey e Insurgentes, una de las zonas que generan más molestia entre los automovilistas.
Sobre el tema, Máspormás solicitó entrevista con la Subsecretaría de Control de Tránsito, pero la dependencia no respondió antes del cierre de edición.
Tras la raíz del problema
Especialistas en movilidad coinciden en que los semáforos de la capital tienen fallas de sincronización y en que se trata de un problema complejo alimentado por distintos factores. El principal, advierten, es que ya hay demasiados vehículos en las calles y eso dificulta lograr un tránsito fluido.
“En la Ciudad de México, aunque hay intención de sincronización en algunas vialidades, en horas pico vienen a colapsarse porque la vialidad ya no tiene más espacios y no llega a mover la cantidad de vehículos que se está planeando”, dice Miguel Ríos, especialista del Centro de Transporte Sustentable (CTS Embarq), quien contrasta la situación con la de ciudades como Guadalajara, Aguascalientes o Colima.
Frente a las condiciones de la capital, agrega, una posible solución es instrumentar un sistema más complejo de sincronización, basado en datos específicos de intersecciones y horarios, así como en una nueva encuesta sobre origen y destino de los habitantes de la urbe (la más reciente data de 2007).
“Cuando el planeador de tránsito tiene esta información, entonces le permite sincronizar estas vialidades en estos tiempos y en esos tramos. Eso sí se puede hacer, realmente es como jugar al reloj suizo con cada uno de los engranajes”, dice Ríos.
Para otros expertos, en cambio, debe apuntarse a una solución más profunda que contar con mejores sistemas de sincronización: mejorar significativamente la oferta y calidad del transporte público con el propósito de que menos ciudadanos opten por el automóvil particular.
“Por más sistemas inteligentes de semaforización, ya no se puede estirar la liga mucho más. Tenemos que empezar a ver hacia un sistema de transporte público de calidad justamente para que los usuarios no tengan como única opción el uso del vehículo”, dice Saúl Alveano, también de CTS Embarq.
Más allá de las medidas por adoptar, en lo que los especialistas concuerdan es en que, si no se actúa pronto y con una visión de largo plazo, el cuento de la hilera de los semáforos en rojo será una constante en la vida de los conductores de la ciudad.
No empeores el problema
Automovilistas y funcionarios deben evitar estas conductas:
- Invadir una intersección semaforizada rompe el flujo vehicular y genera mayor congestión vial, advierten los especialistas en movilidad.
- El congestionamiento también es provocado cuando un auto circula demasiado lento o demasiado rápido.
- Esto se debe a que las vías de la Ciudad de México están diseñadas para que se les recorra en cierto tiempo y con determinada velocidad. Por lo general, entre un semáforo y otro hay de 200 a 300 metros.
- Cuando los agentes de tránsito u otros funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina manipulan un semáforo, rompen la programación previa y se crean las condiciones para generar más caos, de acuerdo con los expertos.
Proyectos viales en suspenso
En 2015, el gobierno local anunció que se instalaría un nuevo sistema de semáforos inteligentes totalmente automatizados. Sin embargo, a la fecha ninguna dependencia ha informado de avances en esta materia. Las autoridades también informaron el año pasado que se invirtieron 210 millones de pesos del Fondo Metropolitano del Valle de México en los estudios previos para la instrumentación de un nuevo sistema de gestión de tránsito, que también es conocido como Proyecto Centauro.