Para Morganna Love, la ópera es una manera de transformar el miedo en valentía, en una ciudad que busca la diversidad
FOTO: LULÚ URDAPILLETA
Un día, Saúl Martínez Bautista se armó de valor y encaró al mundo. Para su fortuna las cosas le salieron bien. Su niñez y adolescencia habían sido dolorosas, pero las sorteó con la ayuda de sus dos mejores amigos: mamá y papá. A ambos los perdió el día en que gritó con fuerza: soy mujer.
Desde los cuatro años descubrió que su voz llamaba la atención de sus amigos, vecinos y familiares en San Miguel de Allende, Guanajuato, uno de los estados más conservadores del país.
Quería ser cantante de ópera, por lo que según cuenta: “A los 18 años decidí que sería mi estilo de vida y quería morirme cantando”, dice Morganna.
La vida empezó a cambiar cuando llegó a la CDMX en 2001. Se instaló aquí porque quería estudiar canto.
Se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música después de acreditar todos los exámenes de admisión. Estudió siete años de carrera y se hizo del reconocimiento y honores de profesores y colegas. Pero sus conquistas artísticas le sabían insípidas.
En sus noches sin dormir, pensaba: “No puedo seguir engañándome a mí, a mi familia, a la gente y al mundo. Me di cuenta de que no era yo”, recuerda.
Sus padres despreciaron su idea de cambiar de sexo y se alejaron cuando les dijo que era mujer. Su novio de entonces, un homosexual al que no le gustó la idea de que transformara su género, también la dejó. Por eso el tiempo que pasó en la capital estuvo marcado por la soledad.
Un día en Bangkok
Desde su barrio, al sur de la CDMX, cuenta su historia: “Me encantaría que mi vida hubiera empezado hace cuatro años, con mi cambio de sexo, pero eso es imposible”.
Una vez que todas las condiciones se alinearon, tomó un avión a Tailandia en donde la eminencia en cirugía de reasignación de sexo, Preecha Tiewtranon, la operó para ser mujer físicamente.
“A partir de entonces, he pasado los años más felices y plenos de mi vida. Mi voz se afectó para bien, porque me siento segura para seguir cantando y me gusto a mí misma”, afirma la cantante.
Ahora se llama Aleizah Morganna y resume lo aprendido durante su etapa más dura así: “No tienes que convencer a todo el mundo, sino creer que puedes hacer las cosas, que luchas a favor de tu identidad y de tu plenitud. Si no tienes una vida plena, no tiene caso lo que estás haciendo. Vivir a medias no es vida”.
“Me convencí de que vale la pena cambiar, aunque los demás no estén de acuerdo, la gente no tiene nada que opinar”, dice.
Sin embargo, ahora tiene que convencer a los del Conservatorio Nacional de Música de que su nombre legal es Aleizah Morganna y que todos sus documentos académicos (incluido su título profesional) deben cambiar de nombre. Tarea complicada en el mundo de la burocracia mexicana.
Renacer como artista
Morganna Love es su nombre artístico. La segunda palabra es la traducción de amor del español al inglés. La primera proviene de Morganna, la bruja que enfrentó a Merlín en la leyenda del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.
La creían bruja y no lo fue, sino que Morganna es la reina de las hadas. Uno de los primeros retos que emprendió bajo su nueva faceta fue pagar su disco Dos vidas en una, gracias a una plataforma de microfinanzas en la que cooperaron lo mismo fans y seguidores que colegas, amigos y la gente que admira su carrera profesional.
En él se escucharán óperas, boleros… y música electrónica. Más chilango, imposible: de la Sala Nezahualcóyotl al antro.
También está por publicar su autobiografía bajo el sello Grijalbo tras haber firmado un contrato con la editorial Penguin Random House.
¿Qué significó ser hombre?
“No sé, nunca tuve el chip masculino. Lo intenté mucho y fracasé. Creo que me di cuenta de que en este país ser hombre es más fácil que ser mujer, porque los derechos los privilegian más. El género masculino tiene más oportunidades que el femenino. A los hombres les falta información sobre las mujeres, creen que nos conocen y se equivocan”, menciona Morganna.
Esta cantante transgénero ama viajar con los músicos desde París, Bangkok o pasear en la misma Ciudad de México, pero nada la seduce más como ir a las fondas de la capital: “Eso es comida tradicional y me hace recordar a mis padres a quienes actualmente amo y disfruto mucho cuando estamos cerca”, dice.
Su rincón favorito es su departamento, “tiene mucha luz, los ventanales me dan tranquilidad”. También le fascina la playa y pasar horas sentada en la arena. Eso sí, todo el tiempo escucha música: en el taxi, en el Metrobús o mientras se baña. Desde Luis Fonsi hasta Vivaldi y Mozart, pasando por Ángela Gheorghiu y María Calas. Todos estos elementos la hacen disfrutar la vida.
“Soy feliz, porque la gente feliz no discrimina”, finaliza esta mujer que se atrevió a reconocer su identidad, cambiar lo que no la hacía plena y conseguir aquello que no todos logran: ser uno mismo.
En cifras:
- 1 hora con 15 minutos dura el documental Made in Bangkok, sobre Morganna.
- 32 años tenía cuando se sometió a la cirugía de reasignación de sexo.
- 2016 es el año en el que fue embajadora de la campaña que apoya la igualdad Free & Equal.