A propósito del Día Mundial Contra el Acoso Escolar, te presentamos esta guía para entender y prevenir este grave problema que debe preocuparnos a todos
“No te dejes, pégale tú también”. Todos escuchamos alguna vez esa regla cuando éramos niños o no faltó el compañero al que suspendieron tres días por golpear a alguien más. Pero, ¿cuáles de esos comportamientos eran realmente acoso escolar y cuáles conflictos?
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el bullying es una forma de violencia entre pares, es decir, entre estudiantes, en un ambiente educativo y una forma de discriminación entre ellos por sus características o forma de vida —como orientación sexual, nacionalidad, sexo, condición socioeconómica, entre otras.
Recientemente, la palabra bullying se ha generalizado, por lo que ha perdido hasta cierto punto su definición: adultos utilizan el término bullear para referirse a otros tipos de violencia como el mobbing. Esto no ayuda a combatir la violencia escolar, según Ruth Delgadillo, especialista en Atención al acoso escolar en la asociación civil Confianza e Impulso Ciudadano MX.
Es importante distinguir entre un conflicto y una situación de acoso escolar, explica Delgadillo, pues hay muchos niños, niñas y adolescentes que los confunden; debe haber una distinción sobre todo para tomar acciones acertadas al atender cada caso. Tener conflictos en nuestra vida es muy común, “se piensa que es algo negativo, pero buscamos darle una resignificación en el sentido de que, entre más conflictos resuelva una persona, más habilidades tiene para sobresalir”, explica.
La violencia escolar tiene varias características, una de ellas es que una de las partes tiene la clara intención de dañar al otro en repetidas ocasiones —es decir, que no es un hecho aislado—. La violencia puede ser física, psicológica, verbal, sexual, material y hasta cibernética. Y aunque se da entre estudiantes, también se da fuera de las escuelas, por lo que estas no deberían deslindarse cuando no ocurre dentro de las instalaciones académicas.
La violencia escolar en la CDMX
Nuestro país ocupa el primer lugar en casos de violencia escolar en educación básica, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es decir, que 7 de cada 10 niños son afectados.
En cuanto a la Ciudad de México, el nivel donde se registran más casos es en las primarias, según cifras del Consejo Ciudadano, que explica que las llamadas que ha recibido para reportar casos de violencia escolar son, en su mayoría, de la alcaldía Cuauhtémoc, seguida de Iztapalapa y Venustiano Carranza.
¿Cómo combatir el acoso escolar?
La cultura de la prevención es un trabajo que nos concierne a todos. Se trata de “dar herramientas a niños, niñas y adolescentes para que aprendan a resolver conflictos sin llegar a la violencia”, explica Ruth Delgadillo.
Para la especialista, es de suma importancia que todas las personas pongamos atención, para empezar, en el lenguaje que utilizamos, pues algunas de las palabras que decimos pueden violentar a los menores. “Es muy común escuchar bulleador, bulleado o la frase ‘me está haciendo bullying’. No creo que sean las formas correctas, porque así le asignamos una etiqueta a ese niño o niña, y eso mismo lo lleva a una estigmatización, discriminación, probablemente un aislamiento, y atribuimos una serie de características hacia ese pequeño o pequeña que impacta en su desarrollo”, dice.
Los términos correctos son ‘quien ejerce la violencia’, el ‘que la recibe’ y hay otro actor, que es quien la observa. El estudiante que es testigo de la agresión puede apoyar a quien violenta e incluso refuerza la acción o puede estar en contra, pero no dice ni hace nada al respecto, por temor a ser víctima.
Hay varios puntos para combatir el bullying. Lo más importante es que los padres o tutores del menor no resten importancia a cualquier señal de alerta, como aislamiento o agresividad.
Ruth recomienda que las personas a cargo hagan un trabajo de introspección sobre el conflicto y la violencia, y revisen qué herramientas tienen para resolverlos, pues los menores repiten generalmente las acciones de sus padres. También, dice, hay que poner atención en las acciones de niños, niñas y adolescentes.
Abrir canales de comunicación entre niños y docentes y padres de familia es fundamental, así como escucharlos con atención, respeto y confidencialidad, además de ayudarles a descubrir sus propias habilidades, el amor propio y el aprecio por los demás.
Un punto que no se debe descuidar es poner atención a todos los implicados en una agresión. Según explica Ruth, generalmente se atiende al niño que recibe la violencia, pero no hay que olvidar a quien la ejerce. “Quien violenta también tiene alguna necesidad y es la que menos se escucha, es muy importante atenderla”, explica Delgadillo.
En este sentido, se deben seguir protocolos para atender la violencia escolar y dejar los castigos de un lado, ya que perjudican en vez de ayudar. “Los castigos estigmatizan y señalan a quien ejerce la violencia, sin haber escuchado su necesidad”, cuenta la experta, quien también dice que “no hay que esperar a que pase un acto de violencia para hablar del tema”.
Confianza e Impulso Ciudadano MX dio a conocer una guía contra el acoso escolar, que se puede consultar en el sitio web confianzaeimpulsociudadano.org.mx y la Secretaría de Educación Pública puso a disposición la página acosoescolar.sep.gob.mx, así como el teléfono 01 800 11 22676.
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