Samantha Flores quiere acabar con la soledad de los adultos mayores LGBTTTI y hacerlos visibles en una sociedad que no los reconoce
“¿Conoces a un adulto mayor gay?”, pregunta Samantha Flores al comenzar la entrevista. “Estoy segura de que me vas a decir que no”, responde de inmediato.
Su seguridad tiene una razón: para la sociedad ellos no existen, nadie ha pensado en ellos, no son vistos e incluso en la comunidad LGBTTTI no se sienten representados. En pocas palabras, son invisibles.
Y eso es algo que Sammy, una mujer transexual de 85 años, quiere revertir. Su anhelo se convirtió en una campaña que se ha viralizado en internet: Let them shine again o Hazlos brillar de nuevo, que busca crear en la CDMX el primer hogar gratuito en todo el mundo para adultos mayores gay.
En ellos hay una doble discriminación que los ha opacado: ser de la tercera edad y tener una orientación sexual diferente a la heterosexual, lo que ha provocado que muchos regresen al clóset para integrarse en una sociedad que prefiere no verlos por creer que su edad no concuerda con sus preferencias. Como si ser gay fuera un capricho y no una identidad.
“El problema es que muchos no nos casamos, no tuvimos hijos y no hicimos familia. Estamos solos. Nos dimos cuenta de que nos hace falta un espacio donde estemos juntos por una necesidad psicológica, para que también nosotros sepamos que existimos”, dice.
Samantha nació en 1932 en Orizaba, Veracruz, y considera haber crecido en un ambiente familiar privilegiado, pues sus preferencias siempre fueron aceptadas por sus padres, abuelos y hermanos.
A los 20 años llegó al entonces Distrito Federal, hablaba inglés y encontró empleo en un hotel de la capital. “Un lugar propicio para el ambiente homosexual”, dice.
Pero, según cuenta, fue un accidente que a los 32 años decidiera convertirse en mujer. Todo comenzó al visitar el Carnaval de Querétaro de 1964, en donde usó ropa femenina y, aunque antes vivía la diversidad, descubrió que su identidad había cambiado. “A partir de ahí empecé a vivir como una señora, pero no me refería a mÍ misma como mujer trans, eso fue después”.
Una de las dificultades que vivió apareció cuando se convirtió legalmente en Samantha, pues eso le impidió encontrar un empleo formal. “Casi toda mi vida llevé las relaciones públicas de una discoteca y me pagaban en efectivo o me prestaban recibos. Nunca me hubiera imaginado todo lo que ha cambiado”, menciona.
La ciudad friendly
Cuando Samantha llegó a la Ciudad de México, había tranvías y empezaba a tomar forma la colonia Del Valle.
Actualmente, las preferencias sexuales son la tercera causa de discriminación en la capital, pues el 84% de la población cree que son tratados diferente, según datos de la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México. Sin embargo, en los años 40, dice Samantha, las preferencias se vivían en el clóset. Era la única opción.
“La homosexualidad era un tema conocido, pero no aceptado, salvo en ciertos sectores como en los hoteles, la aviación y con los artistas. Si no estabas en esos círculos, la vida se complicaba”, dice.
Para Sammy, la capital ha dado un vuelco que nunca pensó que vería. La frase gay friendly no era parte de ningún vocabulario y ni siquiera imaginaba ver a una pareja del mismo sexo caminar tomados de la mano.
“Han sido cambios increíbles, jamás soñé una ciudad en estos maravillosos términos. Siento que estamos mejor que la mujer. Ustedes siguen teniendo los problemas que han padecido toda su existencia —violencia o discriminación— y nosotros no lo hemos aceptado. Nos hemos rebelado”, dice.
A pesar de los cambios, asegura, los malos tratos difícilmente se van a terminar, pues están arraigados a la cultura. “Vamos a seguir escuchando que nos dicen ‘maricón’, ‘joto’ o cualquier otra palabra, pero a diferencia de otros años, ahora estamos en otro contexto, somos una fuerza social importante que puede hacer más”, asegura.
Una familia LGBTTTI
El anhelo de Samantha comenzó hace ocho años por sugerencia de un conocido: crear un albergue para el adulto mayor LGBTTTI. Empezó formando una asociación civil que le facilitara tocar puertas, pero hasta ahora el proyecto no se ha consolidado.
Lo que Sammy busca es un hogar para formar una familia de la tercera edad de la diversidad sexual en la ciudad. Hoy ya no piensa en un albergue por los costos y responsabilidades que implica, pero la meta es una casa de día, en donde cualquier persona pueda llegar y convivir.
“Buscamos 400 mil pesos a través de la plataforma Donadora y también tenemos una cuenta bancaria. Con ese dinero vamos a rentar un departamento y acondicionarlo con pisos antiderrapantes, barandales, sanitarios altos y regaderas manuales. Así, los compañeros que lleguen solo tendrían que preocuparse por traer su comida y hacer comunidad”, cuenta.
El objetivo es aliviar la soledad y hacer respetar las preferencias que han orillado a que otros se escondan para ser aceptados. “De alguna manera vamos a cumplir el sueño porque si hace unos años no existíamos, hoy queremos brillar”.
En cifras:
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- 2010 fue el año en el que se aprobaron los matrimonios del mismo sexo en la Ciudad de México.
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- 30 personas podrían ser recibidas en la primera casa de día para el adulto mayor gay en la CDMX.
- 9 ciudades en el mundo son consideradas “Arcoíris” por sus legislaciones pro LGBTTTI.
Una casa en la CDMX para adultos mayores gay
Durante más de un año Samantha inundó las redes sociales con videos en los que solicitaba apoyo económico para la construcción de un albergue LGBTTTI. Al no conseguir los recursos suficientes su sueño cambió: en lugar de un asilo pensó en una casa de día en la que adultos mayores gay pudieran reunirse y compartir un espacio.
El 21 de marzo de 2018 abrió la casa de día Vida Alegre (Xola 184b, Col. Álamos) donde se exhiben algunas funciones de cine, toman clases para usar el internet y el celular, hacen lecturas en voz alta, realizan celebraciones y practican yoga. Es un lugar donde los adultos mayores gay conviven y ejercen su sexualidad.