La escuela de medicina más grande de la CDMX ya casi se queda sin cuerpos para practicar y está buscando donadores.
ARTE: ANDREE ÁVALOS
Este año, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México casi se quedó sin cadáveres para practicar, pero desarrolló un plan para impedir que sus alumnos no tuvieran escasez de material orgánico sobre el cual aprender.
El 10 de octubre, la facultad presentó el programa Donación de Cuerpos, para que la comunidad estudiantil e investigadores tengan cuerpos humanos a su disposición para desarrollar su trabajo y aprendizaje.
“Necesitamos ver a futuro, los cuerpos con los que se cuenta son limitados para el número de alumnos”, explica Diego Pineda, jefe de departamento del Anfiteatro.
Actualmente, el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) es quien proporciona los cuerpos a la UNAM, en caso de que no sean reclamados. No son una donación, sino un préstamo que puede durar un año o una semana, antes de que la institución los devuelva para su entierro en la fosa común.
Además, si un familiar reclama el cuerpo en este lapso de tiempo, el anfiteatro debe entregarlo sin demora, lo cual puede dejar incompleta la investigación que se estuviera realizando a partir de sus órganos.
En 2015, la UNAM recibió 300 cadáveres en préstamo, pero este año la cifra se redujo a 170 cuerpos disponibles para una comunidad de 1,800 alumnos de primer ingreso y 12 mil que estudian el posgrado.
Sin embargo, el programa también tiene la finalidad de poder profundizar el estudio médico, en el contexto actual del país.
“El programa se creó, por un lado, para desarrollar la investigación de los padecimientos de la sociedad mexicana”, explica Diego Pineda, quien en su muñeca derecha lleva amarrada una pulsera de tela con la frase: #SoyDonanteUnam.
“No existe un estudio sobre las enfermedades en nuestra población. Si queremos información, hay que acudir a estadísticas europeas o estadounidenses, pero las características son distintas”.
Por otro lado, este programa permitirá contar con los suficientes cuerpos para prácticas escolares de los jóvenes matriculados en la facultad.
por voluntad propia
El programa parte de principios bioéticos como la autonomía. Es decir, que una persona decida con libertad qué quiere que ocurra con su cuerpo una vez que muera.
“Los 170 cuerpos que nos prestó el Incifo este año son de personas que no decidieron estar aquí, sino que llegaron por azar”, dice el académico.
Previo a este programa, la Facultad de Medicina de la UNAM únicamente había concretado dos trámites de donaciones en un periodo de 10 años, sin que se le hubiera dado seguimiento a la vida de los donantes.
Desde el lanzamiento del programa, 180 personas han firmado para donar su cuerpo y 900 personas están en lista de espera.
“No creímos que el programa tuviera este éxito”, dice Diego Pineda, quien calcula que los primeros cuerpos donados llegarán a la facultad en un periodo de seis años.
Las condiciones son flexibles: un donador puede determinar que su cuerpo permanezca indefinidamente, o bien, durante un lapso de tiempo antes de que vuelva a ser entregado a sus familiares. En tal caso, el cuerpo no se utilizará en Investigación, sino en prácticas docentes.
A partir de que una persona firma el documento por el cual dona su cuerpo, inicia una relación estrecha con la Facultad de Medicina: cada año y hasta su muerte, se le realizará una entrevista para dar seguimiento a su estado de salud.
Con esto se elimina un problema al que se enfrentan los investigadores cuando trabajan en cuerpos prestados por el Incifo: el absoluto desconocimiento del historial médico de la persona.
“Al conocer todo el historial médico de una persona fallecida, las líneas de investigación crecen —explica Pineda—. Al conocer todas las enfermedades que padeció en vida, podemos buscar las curas. Además, nos servirá para determinar las variantes anatómicas de la población”.
En enero de 2017, la facultad impartirá seminarios sobre donación que estarán dirigidos a donantes, familiares y amigos.
“Muchas veces la donación no tiene éxito porque los familiares se niegan a cumplir la última voluntad del difunto. Por eso es fundamental desarrollar la cultura de la donación”, considera Pineda.
La utilidad eterna.
Cuando se le pregunta a Diego Pineda sobre la vida útil de un cadáver, la respuesta es siempre la misma: para siempre.
De una de las repisas de su cubículo toma algo que a lo lejos parece una pelota antiestrés deforme y la coloca con delicadeza sobre su escritorio. Es un corazón humano plastificado. Un corte permite abrirlo como si fuera un relicario, de modo que se puede observar venas, arterias, válvulas.
“Desde una osamenta, hasta un órgano plastificado servirán para todas las generaciones de investigadores y docentes que están por venir”, dice.
El área que dirige, incluso, ha solicitado a la UNAM la donación de un terreno para sembrar un árbol por cada ocasión que una persona acceda a entrar al programa.
“Es una manera de agradecer”, dice.
En cifras:
- 170 cadáveres recibió este año la Facultad de Medicina de la UNAM en préstamo.
- 180 personas aceptaron donar su cuerpo a la facultad en los meses que lleva el programa.
- 6 años podrían tardar en comenzar a llegar los primeros cuerpos donados.