Las Sirenas Especiales pasó de ser un proyecto para tesis a ser un equipo campeón mundial de natación artística profesional que trabaja contra la discriminación
Aranza, Rocío y Daberath caminan rumbo a un escenario. La pedrería brillante de sus trajes de baño se refleja en el agua en la que se sumergirán dentro de unos minutos. Las tres son atletas y forman parte de las Sirenas Especiales, un grupo de jóvenes con síndrome de Down que desde hace 10 años practica natación artística profesional.
Las tres atletas se ven concentradas. Su peinado luce impecable, igual que el delineado de sus ojos y el labial color carmín. Están a punto de participar en una prueba clasificatoria de la Federación Mexicana de Natación.
Salen una a una. Los primeros movimientos se hacen sobre el escenario y después viene el chapuzón. Dentro del agua, las jóvenes levantan los brazos, hacen figuras con las manos, suben una pierna y se sumergen por completo. Segundos después aparecen del otro lado de la alberca para continuar con su coreografía acuática.
“Lo que una niña dedicada al deporte puede aprender desde los ocho años, para una atleta con síndrome de Down significa disciplina y apoyo familiar”, explica Paloma Torres, entrenadora y fundadora del grupo. “Trabajamos duro para que nadie nos diga ‘ay, no, pobrecitas’, para que se sorprendan de cómo entrenamos. Esa es la mentalidad con la que salimos a cada competencia, nos superamos a nosotras mismas. Sirenas Especiales es un equipo ganador”.
¿Cómo surge Sirenas Especiales?
Todo empezó como el proyecto de tesis de Paloma, una psicóloga peruana que practicó nado sincronizado durante varios años y tuvo la idea de juntar sus dos pasiones para demostrar que el deporte tiene beneficios a nivel psicológico en poblaciones vulnerables.
Años después, Paloma llegó a México y encontró que la CDMX cuenta con instalaciones deportivas de alto nivel, por lo que decidió aplicar sus conocimientos. Primero buscó qué tipo de población podía ser beneficiada y se percató que en los jóvenes con síndrome de Down había una oportunidad.
“Piloteé el proyecto en 2009, en una alberca pequeña en la Fundación John Langdon Down. Funcionó muy bien y quise probar en una alberca más grande. Tocamos la puerta del Centro Acuático Ceforma en Tlalpan y pasamos momentos duros. Al principio no nos dejaban pasar porque temían que las niñas contagiaran a otros. Era gente con un desconocimiento tremendo”, recuerda Paloma.
Así fue como, en 2012, llegaron a la Alberca Olímpica Francisco Márquez. En ese entonces, las Sirenas Especiales pidieron el espacio por un mes para probar cómo les iba y ahora tienen ya seis años ahí. Además, el equipo que empezó con cuatro jovencitas hoy tiene 20 integrantes de entre 14 y 29 años.
“Este deporte suele empezar en la niñez, pero en el caso de quienes viven con síndrome de Down, la madurez física y emocional para seguir una rutina se alcanza en la adolescencia. Además, son las edades en las que se quedan desprotegidos, pues ya superaron la educación básica y no tienen más opciones de insertarse en la sociedad”, dice Paloma, quien agrega que el deporte se convierte en una opción ocupacional para esa comunidad.
Campeonas mundiales
Su primera competencia internacional fue en 2012 en Italia, donde disputaron un campeonato mundial de la Organización Internacional de Natación para Personas con Síndrome de Down (DSISO, por sus siglas en inglés). En esa prueba, las Sirenas Especiales era el único equipo de Latinoamérica y conquistó la medalla de bronce en duetos.
Dos años más tarde, las mexicanas fueron anfitrionas del campeonato en Morelia, Michoacán, donde se presentaron atletas de otras ciudades mexicanas, además de representantes de Canadá, España, Italia, Estados Unidos, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica y Taiwán, además de Japón, considerado el favorito a la medalla de oro.
La primera competencia fue individual. Rocío Santos quedó tercera y se llevó la medalla de bronce. En la categoría de parejas, las mexicanas obtuvieron la de plata. Y aún tenían otro reto frente a ellas: la competencia por equipos.
“Estábamos atentos a las pantallas, y cuando vimos que ganamos, que nos convertimos en campeonas mundiales, no lo podíamos creer. Fue hermoso escuchar las porras y el ‘Cielito lindo’ desde las gradas. Ese fue el momento cumbre de Sirenas Especiales que hasta entonces solo éramos cuatro niñas, las mamás y yo”, relata Paloma.
Desde entonces, el equipo empezó a crecer y se fueron a Taiwán en 2015, a participar en el primer Simposio de Nado Sincronizado para Personas con Discapacidad.
Un año después viajaron a Brasil con el Comité Paralímpico Internacional, donde fueron parte de una exhibición en los Juegos Paralímpicos, mientras que en 2017 compitieron en Cancún, y el año pasado regresaron a Japón.
Para este año, la meta está en Cancún, Quintana Roo, donde sucederá una competencia mundial interclubes sin restricción, es decir, podrán participar personas con diferentes condiciones de discapacidad y sin límite de edad. Además, se incluirá a integrantes de las Sirenas Especiales que padecen microcefalia y discapacidad auditiva.
“Buscamos donaciones”, explica Paloma, “porque nosotros no recibimos apoyos y para los papás es difícil costear los viajes. Queremos que más personas conozcan el proyecto, que vean que las chicas pasaron de tener una vida sin mayor aspiración a la de una atleta que va a la escuela, entrena y viaja por el mundo. Así, la inclusión se vuelve real”.
Si deseas apoyar a las Sirenas Especiales, te sugerimos ponerte en contacto con ellas a traves de su sitio web (sirenasespeciales.com) o mediante sus redes sociales.