Ante la demanda de transporte en la CDMX, surgen nuevas formas de traslado, pero no todas son seguras. Descubre cómo identificarlas
ARTE: NURI R. MELGAREJO
La ciudad crece y con ella los retos de la movilidad son mayores. Aunque existen avances en los modos convencionales de transporte público individual —taxis—, hay otras formas de trasladarse, como en moto-taxis, taxis compartidos, taxis de montaña y hasta bicitaxis. El problema es que no todos están regulados y pueden representar un riesgo para los pasajeros.
Especialistas en movilidad explican que estas alternativas surgen ante la demanda del servicio donde se concentran grandes audiencias como cines, auditorios, centros comerciales; en puntos de conexión del transporte como terminales de autobuses o estaciones de Metro, y en lugares de difícil acceso, es decir, colonias lejanas, peligrosas por el tipo de terreno o incluso inseguras.
Un ejemplo de lo anterior es el servicio de traslado en motocicleta que se ofrece en las estaciones del Metro Sevilla, Auditorio o Tacubaya para llegar a lugares como Santa Fe o Polanco, zonas que se caracterizan por el congestionamiento vehicular en horas pico y por la falta de taxis, mismos que transportan a pasajeros de manera colectiva y pueden ser oficiales o no.
La ventaja que los usuarios ven en estas formas de moverse es el ahorro de tiempo, que puede ser de hasta dos horas. Pero así como hay zonas de alta demanda porque el tráfico es apabullante, hay otras a las que muy pocos se atreven a llegar. Esa es la misión de los taxis de montaña que operan en delegaciones como Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan o Milpa Alta, donde deben atravesar calles empinadas, muy alejadas o terrosas, y también pueden ser legales o no.
Cuando un vehículo no tiene el permiso o la concesión para operar como transporte de pasajeros se considera un taxi pirata y comete un delito de carácter penal, según lo establece la Ley de Movilidad, porque no otorga una certeza jurídica, administrativa y no hay garantías de seguridad.
“El problema de estos traslados es que surgen al criterio de cualquier persona, sin un interés público. No son regulados y esto afecta al resto del transporte y a los usuarios”, dice José Iracheta, director de Políticas Públicas del Centro Eure.
Para el experto, este tipo de alternativas ofrecen una solución a los ciudadanos debido a los problemas de conectividad, incluso con el Edomex, sin embargo, reconoce que aumentar la flota de taxis legales también representaría un grave conflicto para una ciudad con 5.5 millones de automóviles.
Freno a los piratas
En días pasados, la Secretaría de Movilidad de la CDMX (Semovi) arrancó con el programa de reemplacamiento de 134 mil taxis con el fin de poner orden a los títulos de concesión, placas y tarjetas de circulación y evitar que para 2018 haya taxis piratas.
“Un taxi pirata es el que no usa cromática o distintivo, no tienen licencia para conducir y para transportar pasajeros. No paga lo que debe y no ofrece seguridad a los pasajeros”, comenta Ignacio Rodríguez, vocero del Frente de Taxistas Concesionados de la Ciudad de México.
Explica que para obtener la licencia tipo “B”, que se otorga a los choferes de taxis, estos deben acreditar un curso en el que tienen que demostrar que son capaces de conducir una unidad, pasan por un examen médico y deben certificar que están libres de antecedentes penales.
“Tener una licencia de pasajeros quiere decir que la Semovi cuenta con todos los datos del conductor: domicilio, huellas digitales, fotografías. Además, exige un seguro para los usuarios, lo que los servicios como Uber o Cabify no otorgan, ya que aseguran el automovil como transporte particular y no tienen la póliza que responde a los gastos médicos del pasajero en caso de accidente”, detalla.
Los taxis de montaña deben tener la licencia tipo “M” para poder circular. La diferencia es que no pueden hacerlo por toda la ciudad, solo en las zonas establecidas y se necesitan los mismos requisitos que para la licencia tipo “B”. Se estima que circulan cerca de dos mil unidades de este tipo; los taxis compartidos pueden operar siempre y cuando tengan el permiso tipo “B” y el cobro de la tarifa debe ser con taxímetro y repartido entre el número de pasajeros.
Vehículos en regla
Un auto oficial cuenta con la cromática adecuada —blanco con rosa—, la placa inicia con las letras A o B, seguidas de cinco dígitos y no debe estar dañada.
Al interior del auto debe estar el tarjetón que indica el nombre, fotografía y huella digital, datos que deben corresponder al conductor. Ningún vehículo puede tener vidrios polarizados y debe contar con iluminación interna en la noche.
“Un pasajero puede tomar foto al tarjetón y poner su queja en el MP, la Semovi o marcar a Locatel si observa algún tipo de irregularidad, la cual será notificada de inmediato al concesionario para que explique la falta, otra ventaja de los concesionados”, comenta el vocero de taxistas.
En la Ciudad de México se estiman 90 mil vehículos que ofrecen un servicio de taxi sin regulación, nadie sabe quién ni cómo los operan, ni el estatus de sus permisos, pero como usuarios, ¿qué estamos dispuestos a arriesgar por llegar a tiempo?
En cifras:
- 10 mil pesos es la multa que corresponde para sacar un taxi del corralón.
- 90 mil vehículos se estima que operan sin concesión en la CDMX.
- 10 años cumplen los taxis concesionados en la Ciudad de México.