El paso del tiempo, la ignorancia sobre su obra y el nulo interés de las autoridades culturales y la comunidad ha puesto en riesgo el trabajo de Daniel Manrique, fundador de Tepito Arte Acá
Dice el escritor Eduardo Vázquez Uribe que Tepito, su barrio, tiene un lado oscuro: el cultural, y es cierto. El muralismo es un ejemplo. En la calle, detrás de puestos, hay trazos borrosos en las paredes. Si entras a la unidad conocida como Los Palomares, verás un enorme mural que plasma la vida en el barrio. Ambas son parte de la obra de un destacado artista del barrio y del arte moderno mexicano: Daniel Manrique.
El paso del tiempo, la ignorancia sobre su obra y el nulo interés de las instituciones culturales y la propia comunidad han provocado que el trabajo del iniciador de Tepito Arte Acá esté desapareciendo. Ni el INBA ni la Secretaría de Cultura de la CDMX, ni la dirección de cultura de la Alcaldía de Cuauhtémoc tienen un inventario de la obra de Manrique.
“Esa es una cuenta pendiente”, dice Alfredo Matus, director de la Galería José María Velasco, del INBA. “Daniel produjo muchísimo. Creo que (la falta de inventario) sí tiene que ver con esta visión excluyente, de que como (Tepito Arte Acá) no eran artistas de clase media y formados en escuelas de arte, no se les incorpora dentro del discurso de la historia del arte mexicano”, agrega.
Cómo nació Tepito Arte Acá
A principio de los 70 surge Tepito Arte Acá, movimiento que cuestionaba la cultura y miraba de forma crítica su condición socioeconómica, la migración, los oficios y demás manifestaciones que dan identidad al barrio. Manrique sobresalió porque hizo arte popular al intervenir los muros de las calles de Tepito.
En casi 40 años de carrera, la propuesta del artista, nacido en 1939, ganó premios nacionales e internacionales y obtuvo un reconocimiento por la UNESCO. Además, se convirtió en miembro del Salón de la Plástica Mexicana y contribuyó al rescate de uno de los murales de Siqueiros en Argentina. Pero la obra del mexicano también está en Canadá, EUA, España, Argentina y Francia, donde incluso una calle lleva el nombre de Tepito.
“Manrique baja el arte a la gente y empieza a pintar en vecindades”, cuenta Polo Castellanos, fundador del Movimiento de Muralistas Mexicanos (MMM). “Daniel bajó el muralismo con un discurso totalmente popular”.
Brisa Ávila, esposa de Manrique, cuenta que mientras el artista pintaba, la gente le ofrecía un taco, le donaban pintura y platicaban con él sobre esas figuras fuertes y macizas que plasmaba. Por primera vez, el arte estaba en manos del pueblo.
“Pienso que Daniel Manrique cumple el sentido del muralismo mexicano: no solo pintar al pueblo, sino con el pueblo”, comenta el artista plástico Alejandro Caballero Valdés, fundador de la Escuela de Arte al Aire Libre de Tepito (Elitep).
Dónde están algunas obras
En el corazón de Tepito hay una unidad conocida como Los Palomares. En las paredes del segundo piso se ven varias escenas: al zapatero con su chalán, la vendedora de tamales, una mujer con herramientas en alusión a la reconstrucción tras el sismo del 85. Ese es el último mural que pintó Daniel Manrique en Tepito. Fue en 2009, un año antes de su muerte; sin embargo, el sol, la contaminación y las lluvias han maltratado la obra.
Otra está en el espacio Martes de Arte, en Vidal Alcocer y el Eje 1 Norte, donde la humedad ya botó la pintura de la pared. Y aunque un techo de lámina lo protege del sol, no impide que la lluvia escurra y llene de moho algunas áreas. En 2010 y 2013, la obra fue restaurada gracias al financiamiento que consiguió el promotor cultural Luis Arévalo Venegas. Pero eso no es suficiente. Mientras un mural se salva, otros son borrados.
“Mucha obra que hizo en Tepito ya no está. La misma alcaldía (Cuauhtémoc) ha tapado murales. Tapó tres sobre Avenida del Trabajo. Otros se han ido perdiendo”, dice Antonio Paz Martínez, representante legal de la asociación Campamentos Unidos, que guarda en sus instalaciones murales del tepiteño.
En el número 82 de la calle Zarco, en la Guerrero, hay murales sobre el trabajo de las mujeres durante la reconstrucción tras el sismo de 1985, así como la cultura popular en ese barrio. Esta obra de Manrique también está dañada. Toda la capilla Manriquiana, como le dicen al lugar, donde el artista fue velado en 2010, necesita recuperación, al igual que los murales de Zaragoza 238, donde está una obra que el artista dedicó a la niñez; y el de Soto y Pedro Moreno, donde está grafiteado uno con relieve.
De acuerdo con Antonio Paz, hace unos años Alejandro Fernández Ramírez, exdelegado de la hoy alcaldía de Cuauhtémoc, se acercó para hacer un catálogo de la obra de Manrique en la demarcación y rescatar la historia de sus murales; sin embargo, todo quedó en una buena intención, por lo que Paz considera que la razón por la que Daniel Manrique es ignorado podría ser la distancia que siempre mantuvo con los políticos.
“Manrique fue muy distante a esta perspectiva de aliarse o tener el soporte del gobierno”, apunta Matus. “Él creía que perdía su autonomía en el enfoque. Eso lo hizo obtener la indiferencia institucional”.
El director de la galería también cree que otra causa es que Tepito Arte Acá no logró desarrollar una continuidad, pues aunque existen personas del barrio que dan seguimiento al movimiento, trabajan sin colaboración y sin suficiente organización para recuperar la obra de su artista plástico más emblemático.