San Pedro Atocpan, Valle de Tezontle o el Pico del Águila son algunos lugares para hacer un turismo diferente en vacaciones
ARTE: MICHEL LARIS
Tirarse de la tirolesa, aprender a hacer mole y visitar sembradíos de maíz, nopal, flores y hortalizas son actividades que la CDMX ofrece en vacaciones. Para lanzarse a estas aventuras no es necesario salir a carretera, pues hay cuatro rutas turísticas dentro de la ciudad que, desde una perspectiva local, fomentan la preservación de las 87 mil 310 hectáreas rurales y permiten redescubrir sus 145 barrios originarios.
“En 2011, la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) impulsó la creación de recorridos por las delegaciones Tláhuac y Xochimilco, que representan a los pueblos de tradición lacustre a través de sus lagunas, canales y chinampas; así como en Tlalpan y Milpa Alta, reconocidas por su serranía y sus paisajes boscosos, cañadas y ríos”, dice Patricia Tepozteco, responsable del Programa de Turismo Alternativo y Patrimonial.
Estas son algunas de las opciones que ya se pueden visitar.
LA RUTA DE LAS FLORES
En Xochimilco hay 11 embarcaderos, 10 turísticos y uno productivo. En este último, conocido como Puente de Urrutia, se pueden recorrer las zonas agrícolas de la demarcación y sus mercados de plantas, muchas de las cuales se cultivan en la zona.
Sin embargo, si te interesa “pueblear”, Xochimilco destaca por la arquitectura de las parroquias y capillas de sus 18 barrios y por zonas poco exploradas como Santa Cruz Acalpixca, donde está el centro ceremonial que dio origen a la cultura xochimilca.
LA RUTA DE LA VIDA Y LA MUERTE
Tláhuac representa la vida con sus zonas lacustres y es la delegación que más hortalizas produce en la CDMX. A la par, la muerte es parte de los ritos a los fieles difuntos que durante los primeros días de noviembre iluminan Mixquic. El principal eje de la ruta rural es el embarcadero de los Reyes Aztecas, en San Pedro, para recorrer la zona chinampera y conocer y experimentar esta modalidad de agricultura única de la ciudad. La delegación tiene recintos y vestigios históricos donde, además de recorridos, se hacen ritos ceremoniales de sanación.
RUTA VERDE
Está destinada para quienes buscan riesgo y aventura, pues del kilómetro 8.5 al 36.6 de la carretera Picacho-Ajusco se encuentra una decena de parajes para explorar la mayor zona boscosa de la capital.
Por ejemplo, en El Tepozán hay talleres y recorridos guiados al bosque, y en San Nicolás Totolapan hay tirolesas. “También organizan recorridos guiados para hacer expediciones en las cuevas del volcán de Xitle y otros ofrecen senderismo en el Pico del Águila, uno de los puntos más altos del Ajusco. En todas las áreas ofrecen alimentos con ingredientes cosechados en la misma región”, cuenta Patricia.
Asimismo, en el paraje Valle del Tezontle se puede hacer rapel en piedras de 10, 25 y 35 metros de alto, y subirse a la tirolesa de 300 metros de longitud bajo la supervisión de guías certificados.
RUTA DEL NOPAL
Si de turismo patrimonial se trata, Milpa Alta es un gran ejemplo. Su atractivo más reconocido son sus baños de temazcal, en el pueblo de Villa Milpa Alta. Además, hay recorridos guiados a los cerros y volcanes como el Teutli o el Cuautzin, sin contar que ocho de los 12 pueblos de la demarcación, ofrecen atractivos turísticos relacionados a la siembra, visitas guiadas y ritos ceremoniales. Otro eje de la ruta es de tipo alimenticio. En primer lugar, hay cooperativas que ofrecen recorridos en las plantaciones de nopal para conocer los procesos de producción y participar en dinámicas de corte. Asimismo, en San Pedro Actopan se puede aprender a elaborar mole con recetas tradicionales.
VENTAJAS SUSTENTABLES
Aparte de estas alternativas, en la Magdalena Contreras están los Dinamos donde hay guías certificados para los diferentes parajes. Uno de ellos es la Puerta del cielo: una vía ferrata —para escalar— de casi cinco horas de camino. Mientras que en Cuajimalpa está el Desierto de los Leones, una de las zonas más conocidas de la capital.
Estas rutas generan beneficios económicos, ambientales, sociales y culturales, pues quienes ofrecen los servicios son originarios de las comunidades y ven en los visitantes una fuente de ingresos para su región. Al mismo tiempo, esta forma de reactivar las zonas permite preservar espacios poco conocidos, ecosistemas y patrimonio intangible.
Otro beneficio es que se respetan los precios establecidos. Se puede hacer un recorrido en trajinera desde 350 pesos por hora o hacer rapel y senderismo por 700 pesos por persona sin riesgo a que los intermediarios “te vean la cara de turista” e inflen indistintamente los precios. La clave es dirigirse a los prestadores de servicio a través de internet para armar el paquete.
Romper el clásico itinerario del Centro, Bellas Artes o Chapultepec y voltear a otros espacios para vivir la ciudad desde otra perspectiva hará que tengamos una idea más enriquecida de la diversidad de esta metrópoli.
En cifras:
- 2011 fue el año en el que las cuatro rutas de turismo alternativo comenzaron a funcionar.
- 12 colectivos de empresarios, comerciantes y ejidatarios prestan servicio en estas rutas.
- 14 millones de turistas al año colocan a la CDMX como la ciudad más visitada del país.