Las televisiones, computadoras y celulares que ya no tienen uso para ti pueden ser el sustento de familias de recolectores.
La Ciudad de México es una mina en potencia, aunque aquí no se explotan montañas ni se realizan excavaciones profundas para extraer oro, plata y cobre. No es necesario porque cada uno de los capitalinos genera 4.3 kilogramos de residuos electrónicos anuales, de los que recolectores como Bruno y Darío extraen metales preciosos para la venta.
Sinaí Guevara, de la campaña Tóxicos de Greenpeace, los llama “mineros urbanos”, chatarreros y pepenadores que cosechan desechos electrónicos.
Llegan a cualquier rincón de la ciudad, hacen una función pública y generan un beneficio porque evitan que estos residuos se vuelvan un problema. Son la primera clave del reciclaje electrónico en el DF, venden sus productos a empresas especializadas en reciclaje y generan una ganancia que va directo a su ingreso familiar, explica la ambientalista.
Bruno Hernández, por ejemplo, maneja un triciclo amarillo en el que recorre las colonias Del Valle y Narvarte en busca de cartón, papel y “chacharitas”, como llama a los desechos electrónicos que la gente le entrega. Celulares y computadoras viejas encabezan la lista de los aparatos que recibe y que, junto con su hijo, vende después en centros de reciclaje en la delegación Iztapalapa. “No los desarmamos porque sabemos que hay riesgo, pero los vendemos completos por un precio de unos 30 pesos por pieza”.
Computadoras, tabletas, celulares y aparatos de sonido que perdieron valor para sus dueños forman parte del 42% de los aparatos que terminan en la basura del DF y que alguien más aprovecha, según el Diagnóstico de la Generación de Residuos Electrónicos en la Zona Metropolitana del Valle de México, del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
Con el desarme de un televisor, pueden llegar a ganar 20 pesos, mientras que una computadora de escritorio puede generar hasta 50 y 40 pesos por cada celular.
“Desde la recolección domiciliara hacen una primera pepena, separan estos residuos y los comercializan; si algún material llega a pasar en las estaciones de transferencia —que también controlan pepenadores—, se separa y sigue el mismo círculo; estos residuos tienen un mercado y no terminan en relleno sanitario”, asegura Rosalío Nava, director de Transferencia y Disposición Final de la Secretaría de Obras del Distrito Federal.
De hecho, prácticamente no hay chatarra electrónica que llegue a los tiraderos del Estado de México y Morelos, a donde va el resto de la basura capitalina.
Se vende el cobre de los cables, el oro y la plata de las tarjetas electrónicas de las computadoras e incluso el vidrio y el plástico de los monitores, añade con la doctora Neftalí Rojas, especialista en residuos sólidos urbanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, Darío acude cada día a la Estación de Transferencia de la calle Yácatas, en la colonia Roma, cuando acaba su jornada a bordo del camión de la basura. “Ahí hay quienes te compran aparatos que ya no sirven, impresoras viejas o lo que salga. Después se los llevan, los desarman y los venden por partes, dicen que deja más que venderlos completos pero hay que saber cómo separarlos”.
El problema, dice Neftalí Rojas, es que “estos aparatos tienen cadmio —un metal tóxico que también se encuentra en los cigarros—, mercurio y plomo, arsénico, fósforo y algunos aceites que al quemarse traen consecuencias graves para la gente y el ambiente, desde cáncer en las personas hasta emisión de gases de efecto invernadero…”.
“El gobierno debería aprovechar el método de recolección que ejecutan los pepenadores, pagarles por los residuos y enviarlos a plantas que realmente puedan reciclarlos”, concluye la activista Sinaí Guevara, de Greepeace, “¡sin que represente un riesgo para su salud!”.
LA OTRA MINERÍA URBANA
La segunda vida de los desechos electrónicos capitalinos comienza en San Pedro de los Pinos, pasa por centros de reciclaje privados y termina en bodegas asiáticas donde son reutilizados.
- La Secretaría de Medio Ambiente del DF (Sedema) cuenta con un programa especial para el reciclaje de residuos electrónicos en el que no invierte recursos.
- De acuerdo con Edgar Báez, director comercial de la empresa Reciclatrón: “La Sedema no tiene presupuesto para esto y se las ingenió para tener un programa que se pudiera sostener solo. Nosotros costeamos todo pero con la venta sacamos costos y ganancias”.
- Los residuos que los capitalinos dan mensualmente son almacenados en una bodega de la colonia San Pedro de los Pinos, ahí se separan los elementos reciclables y se envían a Tijuana o a Mexicali para que se procesen. Las tarjetas madre y de video terminan a Asia, en donde las regresan a la vida como nuevos gadgets.
- Báez asegura que “la tendencia es hacia el uso y almacenaje de la información en medios electrónicos, cuando antes era en papel. Hay un aumento en la generación de estos desechos porque la tecnología avanza muy rápidamente; la gente cree que esto es fácil de desechar”.
VIDA ÚTIL DE LOS OBJETOS, ANTES DE SER DESECHADOS
El INECC dice que el avance de la tecnología está reduciendo cada vez más la vida útil de los aparatos eléctricos.
* Televisores: 5.6 años. Al desecharlos se cumulan 48 mil toneladas anuales. Cada uno contiene al menos 4 kg de plomo.
* Aparatos de sonido: 5.4 años. La lista abarca desde grabadoras y estéreos hasta mp3, iPods y tabletas. Al desecharlas se cumulan siete mil toneladas anuales.
* Celulares: 2.6 años. Al desecharlos se cumulan 486 toneladas anuales. Las baterías son altamente contaminantes ya que contienen hierro, cobre, níquel, aluminio y cobalto.
* Computadoras: 3.6 años. Al desecharlas se cumulan 36 mil toneladas anuales. Hasta 1997 su tiempo de vida útil era de seis años mínimo, desde entonces, se redujo a casi la mitad.
* Teléfonos fijos: 5.4 años. Al desecharlos se cumulan mil toneladas anuales. Su principal componente es el plástico que está cubierto de retardante de flama, que se vuelve tóxico al contacto con el fuego.
DATOS QUE TE INTERESAN
- 42% de los residuos electrónicos va a la basura.
- 34% se regala y es reutilizado por otras personas.
- 13% se queda guardado en bodegas.