Aunque los chilangos hemos demostrado voluntad de acero para lograr lo que nos proponemos, todos hemos sido derrotados por algún propósito de Año Nuevo que, simplemente, es imposible de alcanzar. Aun así, hacemos nuestra luchita, aunque terminemos aceptando la dura realidad
Alimentarte mejor
Podrías cocinar en casa y llevar tu comida al trabajo. Es un propósito loable, pero ten cuidado: si llevas tóper a la oficina, caminarás sobre la cuerda floja godín. ¿Qué prefieres?
Procrastinar más
Quieres dejar de fumar, leer más, ver más a tus primos, pero ya te distrajiste con la vida diaria. Mejor considera el propósito de ser un mejor procrastinador. Lo harás bien. Mañana empiezas.
Darle sentido a la vida
Un buen propósito podría ser la búsqueda del sentido de la vida (sí, como la peli de Monty Python). Probablemente nunca lo encontrarás, pero puedes divertirte en el intento. O no. Nada importa.
Dejar la soltería
En la primera visita a Tinder te desanimarás. Quizá deberías considerar un segundo perrhijo o, de plano, oblígate a ver con otros ojos a ese amigo soltero que siempre ha estado ahí.
Dejar de ser neuras
“Este año seré tolerante”, te dijiste hasta que llegaste al Metro. Su hipervelocidad, su gama de buenos olores y el excelente humor de los pasajeros te hizo recordar: no puedes ser chilango y zen a la vez.
Ahorrar más
Ya intentaste el cochinito, la caja de ahorro, la tanda y el viejo truco del colchón, pero terminaste 2017 con los bolsillos vacíos. Intenta hacer planas de “Merezco abundancia”, a ver si sirve.
Ejercitarte like a boss
En vez de inscribirte a un gym, mejor cancela Uber y trépate a la línea 12 del Metro. Los trasbordos son como una hora de cardio. Eso, o ve a sudar a los viernes de perreo en Baby.
La degradación
Si el año pasado tu propósito fue ir a todos los conciertos, este año te conformas con ir a los sonideros de tus vecinos. Si ayer querías dieta, hoy aspiras a un refresco light después de una torta cubana.