Hace dos años, apareció un disco intrigante que conseguía fusionar varios géneros musicales, múltiples temperaturas y varias tradiciones en algo completamente nuevo. El álbum se llamaba Demon City y lo firmaba Elysia Crampton. Desde que lo escuché había querido verla en vivo. El fin de semana podré hacerlo en la fiesta de aniversario de Ensamble.
El sábado, en el festejo por cuatro años de actividades de la plataforma Ensamble —productora genial de eventos de música electrónica experimental e impulsora de talentos locales y su diálogo con lo visual—, Elysia tocará junto a Shifted, Practice, Camille Mandoki, Manitas Nerviosas y Kwai.ər en Dr. Vértiz 86.
Demon City fue descrito por la misma Elysia como un poema épico en el que se fusionaban la música electrónica de club con géneros latinos como la cumbia o el huayno. Para su confección, Elysia se alió con productores como Rabit y Chino Amobi.
Las reseñas sobre Demon City aludían al carácter violento de aquel viaje sonoro en el que alcanzaba a percibirse una narrativa distópica, salida del más pesimista de los relatos de ciencia ficción, pero del que se salía —se sale, en cada nueva escucha— fortalecido, como tras una catarsis. El disco era un homenaje a su abuela yungueña y a Bartolina Sisa, la indígena aymara que combatió la explotación en el siglo XVIII.
Tras aquel álbum genial, Elysia publicó Spots y Escupitajo, igual de enigmático aunque de distinto talante; también reta la escucha, pero de maneras distintas. Con miniaturas sonoras —composiciones para piano y sus habituales experimentos electrónicos—, continúa explorando sus raíces latinoamericanas mientras nos lleva del vértigo al desconcierto.
Suele decirse que el trabajo de Elysia Crampton pone sonido a expresiones contemporáneas de resistencia y lucha por la sobrevivencia de los aymaras. Y mientras lo hace, va creando emocionantes bandas sonoras para el caos de la vida actual. Veamos qué tiene preparado para su live set. Seguro nos llevará de sima en cima del subconsciente.
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