La nota apenas mereció difusión. Quizá por lo que sucedió el viernes por la tarde en París o -sería mucho peor- porque ya son pocos los temas que nos sorprenden.
Ese día supimos que los diputados se asignaron 20 millones de pesos para que los gasten como quieran.
Bueno, para ser precisos, se supone que no es justo decir “como quieran”. Es para obras de infraestructura deportiva o cultural en sus municipios.
No es la primera vez que lo hacen, aunque lo habían hecho “a las calladas”. Pero este viernes, en voz del diputado priista Jorge Estefan, tuvimos la oportunidad de escuchar una explicación de por qué se los asignan.
El legislador dijo, en entrevista radiofónica, que ese dinero lo utilizan para “cumplir promesas de campaña”.
“No sólo legislamos. También somos gestores y necesitamos dinero”.
Eso sí: el diputado explicó que ellos y sus alcaldes tendrán que presentar proyectos de inversión y sólo así Hacienda entregará el dinero. Es decir, los diputados no decidirán solos y tendrán que probar que la obra se necesita, de la mano de los alcaldes.
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Ahora falta creer esta promesa y vigilar su cumplimiento, porque -hay que subrayarlo- nunca ha ocurrido así.
Pero demos un paso atrás. ¿Los diputados son gestores? ¿Pueden prometer obras en sus campañas? ¿O sólo se dedican a legislar?
La función de gestor es considerada, creo que correctamente, parte del trabajo de un diputado. Es decir, se asume que un diputado puede y debe representar a sus electores ante los poderes federales y estatales, gestiona ante ellos recursos y programas y promueve la realización de obras y servicios.
Pero reconociendo la validez de este papel, habría que preguntarse si esta meta se cumple con 20 millones de pesos para construir una cancha de basquetbol. ¿Ese dinero resume lo que significa “gestionar”? Más aún: ¿gestionas para tu clientela o para todos? ¿Bajo qué criterio gastas los recursos? ¿Quién vigila su correcta aplicación? ¿El diputado se “conforma” con este dinero o puede demostrar que su gestión va más allá? ¿Cuántos electores podrían decir: esto lo logró mi diputado? ¿Cuántos diputados facilitan que un funcionario cumpla con el derecho de petición o audiencia de sus representados?
Gestión, en realidad, se entiende sólo como el cumplimiento de una obra casi ornamental, en la que además el diputado se queda con una parte. Pobre concepto de la palabra.
Ya decía yo que este año se promete vigilancia, pero puede demostrarse que, en años anteriores, no hubo un solo estudio técnico que respaldará el gasto ni la pertinencia de una obra y no se sabe por qué se seleccionó tal o cual empresa. Gastaron como quisieron, sin vigilancia.
No es difícil, por tanto, pensar que ese dinero es una especie de “soborno” a los diputados, quienes a su vez lo usan para “sobornar a sus clientelas”. Sirve para pervertir el sentido de la palabra “gestión”.
Tomen sus 20 millones de pesos, diputados. Seguro con ese dinero lograrán revertir la pobre opinión que tienen sus electores de su trabajo. Este país necesita muchas canchas de basquetbol.