El domingo pasado, a mediodía, artistas plásticos y albañiles llegaron a la mítica esquina de Reforma y Bucareli y, con picos y palas, cavaron en el camellón para colocar un antimonumento. Son tres figuras de acero que pesan 800 kilos —un signo de más y los números cuatro y tres— y una leyenda atornillada en la base —“Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos”—. Su misión: recordar a los normalistas de Ayotzinapa, pero también a los más de 30 mil desaparecidos y a los más de 150 mil muertos por la violencia.
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Alejandro Vélez, uno de los organizadores, me contó que el antimonumento fue avalado por los padres de Ayotzinapa, que se planeó hace dos meses en absoluta discreción, que las figuras fueron hechas por un colectivo de artistas plásticos, que fue fundida y soldada en un sitio que muy pocos conocen y que fueron muchos los que donaron la plata para comprar el acero. “Más allá de las marchas, queremos una protesta permanente de reclamo y de justicia”, me dijo Vélez. “Queremos transgredir el espacio público y reclamarle al Estado su olvido”.
En su comunicado, la Comisión +43 escribe:
“Si un Monumento remite a un acontecimiento del pasado que es necesario aprehender (en latín, momentum significa “recuerdo”), el proyecto +43 es la construcción de un Antimonumento porque no aspira a perpetuar el recuerdo, sino a alterar la percepción de que un hecho es inamovible (…), +43 quiere ser una llamada de atención a los transeúntes (…), +43 es un Antimonumento porque está destinado a ser retirado el día en que el Estado esclarezca los más de 150 mil homicidios y presente con vida a las y los más de 30 mil +43 desaparecidos”.
+43, agregaría yo, es un anti-monumento para que, cuando olvidemos a los desaparecidos, podamos volver a recordarlos. +43, también, es el esfuerzo de una parte de la sociedad que sabe organizarse cuando más lo necesitamos. +43 es la representación de la violencia cotidiana a la que el Estado nos somete. +43 es un recordatorio de la impunidad en la que vivimos. +43 es un símbolo de nuestra resistencia ante un gobierno frívolo y corrupto. +43 es un número que nos dice que en este país la gente desaparece y ninguna autoridad se acongoja.
Ojalá que Miguel Ángel Mancera no intente quitarlo, aunque todo es posible desde que Héctor Serrano, el ambulante que es secretario de Gobierno, se cree el rey de la ciudad y el guardián de Los Pinos. El mismo domingo, por ejemplo, el chofer que transportaba el antimonumento fue golpeado y remitieron su camión al corralón de Tláhuac.
Por lo pronto, los organizadores nos invitan a cuidar y vigilar el anti-monumento. Vayamos. Es de todos. Y si no vamos, porque el tiempo o la indiferencia no nos lo permiten, al menos contémosle a alguien que el domingo 26 de abril de 2015 hubo quienes nos enseñaron que recordar a nuestros ausentes es una obligación.
( Alejandro Almazán)