Cuando Miguel Ángel Mancera se pregunte en 2018 por qué el PRD perdió la Ciudad de México y por qué ni siquiera él pudo ser candidato presidencial, sólo tendrá que mirar hacia su alrededor y, entre tantas razones más, aceptar:
1) Que sus colegas de partido resultaron más bandidos que Bonnie y Clyde.
Víctor Hugo Robo, perdón, Romo, dejó la delegación Miguel Hidalgo sin internet y sin vehículos para los servicios de desazolve, drenaje, poda, bacheo y basura. Alejandro Fernández, en la Cuauhtémoc, entregó un parque vehicular de fines de los 70, y él o su gente se llevaron sillas, teléfonos, escritorios, libros y computadoras. En Tlalpan, donde Maricela Contreras fue la delegada, se robaron hasta los cables de la red. En Azcapotzalco…
2) Que desde su gobierno protegió a una de las tribus más corruptas: Vanguardia Progresista.
Creada y dirigida por el expriista Héctor Serrano, esta corriente nació para reinventar la transa. ¿Ejemplos? Con uno basta: Francisca Hernández Cruz es una proveedora multiusos que, en los años en que Serrano fue secretario de Gobierno, recibió adjudicaciones directas para vender croquetas al sistema penitenciario del DF. El costo: un millón 347 mil 625 pesos, con un sobreprecio de 30%. En ese mismo tiempo, Francisca fue contratada por las delegaciones Álvaro Obregón, Coyoacán, Iztapalapa y Tlalpan —todas ellas de Vanguardia Progresista—. A esos clientes, Francisca les vendió jerseys con la imagen de la virgen de Juquila bordada en el pecho, zapatos de futbol, destapadores con llaveros, costureros, paraguas, pelotas antiestrés, palos para escobas, palas, machetes, espátulas, brochas, box lunch, cornetas, uniformes, señales viales, juguetes, aceites lubricantes, bolsas de polietileno, campanas de basura, y ha reparado puertas. Por todos estos servicios cobró algo así como 11 millones 334 mil pesos, con un sobreprecio de más de 40%. Busqué a Francisca para preguntarle sobre su rápido ascenso como proveedora de Vanguardia Progresista, pero en el domicilio fiscal —Avenida División del Norte 421 Interior 402— resulta que la empresa Office 421 sólo le renta una oficina virtual; Francisca, en resumen, es un fantasma que se benefició de los 477 millones de pesos que la Secretaría de Gobierno de Héctor Serrano desembolsó en 496 adjudicaciones directas. Serrano, por cierto, es el encargado de armar la campaña independiente a Mancera para 2018; algunos millones, seguro, saldrán de la secretaría de Movilidad, donde Serrano se ha sacado de la manga un nuevo reglamento de tránsito.
Y 3) Que no supo (ni quiso) castigar a sus aliados.
En vez de anunciar una investigación, Mancera ha dicho, palabras más, palabras menos, que delegado que firmó la entrega-recepción se jodió. Es decir: los contribuyentes —los chilangos— tenemos que observar cómo los bienes públicos y el erario fueron robados por o bajo el consentimiento de tipos que hoy son asambleístas o secretarios del gabinete.
Por lo que leo, Mancera aún no entiende bien a bien lo que significa este robo a la ciudad (el hombre está ensimismado con su IWatch, con la Fórmula 1 y con el mentado Bronco). Pero creo, estoy seguro, que en 2018 los chilangos le cobraremos su omisión y su complicidad.