Está en la azotea, encerrado. Sol a plomo, lluvia. A alguien le pareció buena idea que el perro esté en la azotea. Le dejan su comida, a veces; tiene una casita, a veces. Y ya. Que ahí se quede. Al fin es sólo un pinche perro.
Una perra rescatada llevaba meses metida en una caja. Literal. La tenían para que pariera, como máquina. Daba a luz, la volvían a embarazar, daba a luz, la volvían a embarazar. Una tras otra. Hasta agotarla. Sin salir de la caja, sin recibir la más mínima atención. Debes parir, perra. Para eso sirves. Los cachorros se venden bien, en tianguis, bajo los puentes. Y ahí están las familias, comprando un perrito que nació de una perra en una caja que estaba ahí para parir, parir, parir. Si los cachorros tienen suerte, vivirán bien en la casa de quienes los compren. Si los cachorros no tienen suerte, terminarán muy pronto en el antirrábico o en la calle o en un basurero. Y la perra, hoy rescatada, olvidó hasta cómo ladrar. Perder la voz es perder el horizonte. Cállate perra, sólo sirves para parir.
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Atado a una cadena, de no más de un metro de largo. Un bóxer, se ve amable pero huele a eternidades de descuido. Le pertenece a alguien, sin duda. Pero a ese alguien lo tiene sin cuidado. Eso sí, lo ata a la cadena porque da algún poder perverso sentir que eres dueño de una vida. La vida de un bóxer. Oiga, ¿y si le da más espacio para moverse? ¡Qué te importa, pinche vieja, el perro es mío!
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal acaba de aprobar reformas a la Ley para la Protección y el Bienestar de los Animales. Serán sancionados los dueños que dejen a sus animales de compañía encerrados en vehículos estacionados o los tengan viviendo en azoteas o zotehuelas. Los perros guía deberán ser protegidos, una vez cumplida su vida útil, en entornos que los alberguen y los procuren. Se prohíbe la venta de animales en tiendas departamentales y de autoservicio, incluidos los tianguis y mercados. Se estimula el registro de los animales de compañía para un mejor control de la población. Y un bien intencionado etcétera. Nadie toca, en esta ley, lo referente a corridas de toros, por ejemplo. La diputada priista María de los Ángeles Moreno, impulsora de las reformas a la ley, argumentó que “no por ahora, esa es una iniciativa que le dejaremos al Verde”. En fin, cada quien.
Mientras esto escribo tengo a mi perro junto a mí. Es un animal consentido, creo que feliz. Y sí, estoy convencida de que todos los que maltratan animales merecen castigo. Pero luego siento que no mucho pasará, porque para que los abusos se sancionen, tiene que haber alguien que los denuncie. ¿Estamos dispuestos a que eso suceda? ¿A hacerlo?
Permítanme dudar.
(Gabriela Warkentin)