La historia es bien conocida: el pasado 8 de marzo, el mismísimo Día Internacional de la Mujer, la periodista estadounidense Andrea Noel fue agredida en la colonia Condesa, del exDF, por un desconocido que se le acercó a la carrera para manosearla en plena calle. El video con el que Noel evidenció los hechos en su cuenta de Twitter (recuperado, no sin reticencias del gobierno, de las cámaras de seguridad oficiales) recorrió las redes como un escalofrío. La reportera recibió solidaridad, sí, pero también una auténtica oleada de amenazas, insultos y burlas de parte de centenares de anónimos escudados en la relativa oscuridad de la red (y la calle). La improvisada campaña negra la afectó de tal modo que decidió incluso marcharse temporalmente del país.
La difusión que recibió la denuncia fue, desde luego, enorme y puso el asunto en el centro del debate por algunos días (más de algún columnista, por cierto, mostró el cobre y criticó a la periodista por “protagónica” o restó importancia al ataque entendido como lo que fue: violencia de género). El caso acaba de dar un giro. Noel reconoció a su atacante gracias al apoyo de algunos internautas que indagaron en las imágenes divulgadas y ya dio aviso a las autoridades. “Es alguien influyente y persona pública”, dijo la periodista, aunque sin señalar al responsable por nombre para no entorpecer la indagación. A las pocas horas, sin embargo, los noticieros y las redes hervían con la revelación de la presunta identidad del tipo. Aparentemente, se trataría de uno de los conductores de Master Troll, un espacio televisivo de la cadena Telehit (canal de televisión de paga del grupo Televisa) dedicado a hacer bromas por la calle al viejo estilo de “cámara escondida”. Al momento de escribir estas líneas, tanto el animador principal del programa como su compañero han negado estar relacionados con el asunto. Los peritos deberán establecerlo.
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Sean cuales sean las consecuencias de esta presunta revelación, no faltará quien se deje encandilar con el pretexto de que el incidente se trató nomás de una broma de mal gusto o machaque con el argumento de que Noel pretende “aprovecharse de la fama” del tipo que se presume que la atacó (uno de los conductores señalados, curiosamente, ya se pronunció en ese sentido). Y no. Lo que le pasó a Noel es el síntoma de una práctica, la violencia contra las mujeres, que es cotidiana, perenne y está extendida por todo el país. Que éste y otros casos similares salgan de la oscuridad y ocupen los reflectores no es solamente deseable sino indispensable. Lo que se busca no es el linchamiento de un conductor de televisión (la periodista afirma que lo único que desea es una disculpa pública) sino airear y enfrentar un tema que, de tan escondido y negado, ha pasado a ser una suerte de llaga infectada en la vida diaria de millones de personas.