Celebro que el tema de una mayor cultura vial y prevención de accidentes en la Ciudad de México, esté cada vez más en boca de medios, tomadores de decisión y ciudadanos en general. Ahora bien ¿cómo se logra construir esa cultura vial? Desde luego que se requieren buenas campañas, programas y controles más estrictos (incluyendo el muy necesario examen para obtener la licencia de manejo), sin embargo lo que más ayuda a fortalecer esta cultura vial es que un comportamiento riesgoso que ponga en peligro la integridad de la persona y de otros, tenga una sanción.
Una manera eficiente de prevenir accidentes y de tener una convivencia más ordenada en las calles es aplicando la ley que marca el Reglamento de Tránsito Metropolitano. La aplicación de multas es una de las maneras más efectivas para que la ciudadanía aprenda que no se debe conducir a exceso de velocidad, ni estacionarse en banquetas, a no pasarse semáforos en alto y a usar el cinturón de seguridad, entre otras reglas.
Además, genera una cantidad importante de recursos para la ciudad que, desde mi perspectiva, se debieran emplear en dignificar la figura del policía de tránsito para dotarlo de mejores herramientas.
Para ello, es necesario que haya una buena comunicación acerca de los criterios y leyes, que se usen tecnologías avanzadas y que se reduzca al mínimo la corrupción, entre otras medidas.
Parece difícil en el entorno de nuestra ciudad, con un cuerpo de policía de tránsito mal pagado, mal capacitado, cuya función principal pareciera ser darle fluidez a los automovilistas en los cruceros (además de ciertos casos de extorsión aunque debo de reconocer que en mi percepción han ido a la baja en los últimos años).
Aunado a esta problemática, contamos con una ciudadanía que, en muchos casos, tiene poco conocimiento de los reglamentos, es prepotente (especialmente al subirse a un vehículo) y busca atajos para no cumplir con lo que marca la ley, lo cual además es visto como algo normal y aplaudible.
Un buen ejemplo de que todo ésto se puede revertir es el programa “Conduce sin Alcohol” mejor conocido como Alcoholímetro, que este año cumple diez años de haber sido implementado por parte de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina. Este programa que parte de un criterio poco cuestionable como es que si bebes alcohol no debes manejar, se ha aplicado exitosamente gracias a que se mide objetivamente y a que se aplica la ley al parejo con una nula o mínima corrupción. Este programa demuestra que gracias a la efectiva aplicación de la ley se ha comenzado a generar una cultura vial de prevención de accidentes tan necesario en nuestro país.
(Bernardo Baranda / @bernardobaranda)