La Organización Mundial de la Salud estima que 3.8 millones de personas mueren cada año en el mundo como consecuencia de enfermedades atribuibles al aire interior nocivo
Por Mariana Boy Tamborrell*
Siempre que pensamos en la contaminación del aire, solemos hacer referencia a la contaminación atmosférica de las ciudades. No obstante, pasamos la mayor parte del tiempo dentro de nuestros domicilios, escuelas, oficinas y comercios, sin prestar atención al aire interior que respiramos pese a que este también puede estar contaminado.
Uno de los efectos positivos que trajo la pandemia por COVID-19 ha sido poner mayor atención a la calidad del aire que respiramos en los interiores de los edificios, toda vez que los virus pueden viajar a través de pequeñas gotas similares a los aerosoles y así propagarse a través de los aires acondicionados o en lugares sin una ventilación natural adecuada.
La Organización Mundial de la Salud estima que 3.8 millones de personas mueren cada año en el mundo como consecuencia de enfermedades atribuibles al aire interior nocivo.
Entre los factores que contribuyen a la mala calidad del aire interior están los contaminantes que penetran desde el exterior, pero existen muchas fuentes de agentes nocivos que son exclusivas del ambiente interior como fumar, cocinar o calentar con combustibles sólidos; utilizar y combinar inadecuadamente productos químicos para limpieza; sustancias cancerígenas que se utilizan en recubrimientos de edificios como el asbesto; o también por gas radón, que es incoloro e inodoro y se produce de forma natural por la desintegración de elementos radiactivos en los suelos.
Por estas razones, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos anunció en 2022 el “Desafío de aire limpio en los edificios”. Entre las acciones que incluye se encuentran mejorar la ventilación natural; dar mantenimiento continuo a sistemas de aire acondicionado y ventilación; así como acciones de comunicación y educación. Hace falta realizar investigaciones en México para identificar puntualmente los riesgos a la salud del aire interior en nuestras ciudades; me parece una área de oportunidad de política pública para las autoridades de salud y del medio ambiente.