Las soluciones adoptadas desde hace mucho tiempo han reincidido en buscar la forma de canalizar el agua de lluvia, de escurrimientos y desbordes de ríos, fuera de los límites de la ciudad
Por Mariana Boy Tamborrell*
Para ilustrar el riesgo latente de inundaciones que padece la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), sólo hay que recordar que se construyó sobre una zona lacustre. Las soluciones adoptadas desde hace mucho tiempo han reincidido en buscar la forma de canalizar el agua de lluvia, de escurrimientos y desbordes de ríos fuera de los límites de la ciudad.
Durante la colonia se inició la construcción del canal de Huehuetoca para descargar agua en el río Tula. En 1866, ya en la época independiente, comenzó la construcción de un gran canal para desaguar en el Lago de Texcoco.
En 1930 dio inicio la construcción de drenajes y sistemas de presas para regulación de escurrimientos. No obstante, desde entonces, se constataron hundimientos diferenciales o desiguales del nivel del suelo que hacían que los colectores de agua perdieran sus pendientes y, por lo tanto, su efectividad.
Años después el Dr. Nabor Carrillo explicaría que dichos hundimientos eran provocados por la extracción de agua del subsuelo mediante pozos. Las obras posteriores han seguido el mismo concepto sólo que en dimensiones colosales, como el entubamiento de ríos hasta la construcción del Sistema de Drenaje Profundo con sus gigantescos túneles llamados emisores.
No se han logrado soluciones definitivas debido a que nuestra metrópoli ha crecido rápido y de forma desordenada y se ha permitido la urbanización en terrenos con alto riesgo de inundaciones.
Hoy se suman nuevos riesgos, pues debido a fenómenos como El Niño y el cambio climático global se presentan trombas o lluvias torrenciales que traen una mayor caída de agua en menor tiempo y las precipitaciones pluviales caen en otras zonas como sucedió este mes en el norte de la ciudad, provocando inundaciones en calles de Polanco.
Lo lamentable es que habiendo tanta agua que canalizar fuera de la ciudad, muchas personas sigan padeciendo escasez de agua potable. Por fortuna, dicha visión en la gestión del agua cambió con el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum, que inició un ambicioso programa de cosecha de lluvia, así como la recuperación de ríos, arroyos y canales en la ciudad, además de la creación de humedales artificiales que contribuyen a recuperar escurrimientos y la limpieza natural del agua.
Del mismo modo, el enfoque de la jefa de Gobierno electa, Clara Brugada, resulta muy atractivo toda vez que continuará con el aprovechamiento del agua de lluvia, la instalación de plantas potabilizadoras y la inyección de agua al subsuelo para la recuperación del acuífero profundo.
Todas ellas son medidas innovadoras que podrán convertirse en soluciones de largo plazo si al mismo tiempo garantizamos el crecimiento ordenado de nuestra gran metrópoli.
*Titular de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la CDMX