El Gil incitaba al miedo: cuello de linebacker, densas bolsas bajo los ojos, labios retorcidos y mirada indomable, helada, como quien sabe que aunque hoy todo está mal, mañana todo estará bien.
Ésa era la cara que en septiembre pasado la PGR difundió tras capturar al “señalado como el autor material de la desaparición de los 43 alumnos”, según Renato Sales, comisionado Nacional de Seguridad. Gildardo López no sólo tenía cara de malo sino todo indicaba (detestable el “todo indicaba” que en México nunca prospera) que era muy pero muy malo. Es decir, El Gil, líder de Guerreros Unidos, al parecer había matado a los estudiantes de Ayotzinapa pues los supuso de Los Rojos, sus enemigos.
El gobierno propagó esta lógica: él es el más malo de todos, contará todas las maldades sobre Ayotzinapa y al fin México empezará a sanar.
¿Y qué sabríamos los ciudadanos de los relatos de El Gil, de toda esa “verdad” que, según el gobierno, él aceptaría relatar?
Retazos de “verdad”, si bien nos iba: cachitos de declaraciones proveídas en dosis tan meticulosas como al gobierno sirvieran. Palabritas de El Gil por aquí, allá, acullá, filtradas con sutileza en columnas deferentes con la “verdad histórica” cuyo punto cumbre es el cuento de Cocula.
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Pero dos periodistas, Zorayda Gallegos y Silber Meza, el 13 de octubre no buscaron filtraciones de trocitos de verdad (de veracidad indemostrable, por cierto, por ser ésa la rancia naturaleza de la filtración) sino pidieron vía Transparencia la declaración íntegra de El Gil. Apelaban a la ley, no al favor.
Aquí una síntesis de su solicitud, la 0001700354515:
Periodistas: PGR, pásame las declaraciones de El Gil.
PGR: Te las doy pero hasta que me apetezca.
Periodistas: Oye, Instituto Nacional de Transparencia, la PGR no me dice cuándo me pasará las declaraciones del Gil.
INAI: PGR, te ordeno pasar a los periodistas las declaraciones del Gil: deben ser públicas pues son parte de una averiguación previa sobre violaciones graves a los derechos humanos.
La obediente PGR se las dio a los 4 meses. Bueno, en realidad lo que Zorayda y Silber recibieron fue una mentada de madre de 13 cuartillas. Y no porque El Gil se la mentara a alguien. No, la PGR, mediante su titular de la Unidad de Enlace, Adriana Campos López, les dio esas hojas que contenían algo así como 99 % de las declaraciones de El Gil tachadas. El documento es una plasta negra salpicada de preposiciones en blanco. Ni las preguntas a El Gil quedaron visibles.
No se requiere suspicacia para saber que lo que dijo incomoda mucho.
Los políticos deberían jugar con los periodistas algo parecido al ajedrez. Si eres gobierno y un periodista te hace jaque, sé valiente y recurre a las reglas (la ley) para salvarte. Es decir, mueve a tu rey o cúbrelo. Pero lo que la PGR hizo al tachar las declaraciones de El Gil es, ante el jaque, sulfurarse, con una patada mandar al carajo el tablero y hacer volar las piezas. Y eso no sólo es una ofensa, sino una cobardía. Son cobardes.