27 de diciembre 2016
Por: Aníbal Santiago

¿Cuál rezamos, señor gobernador?

Eruviel Ávila montó un teatro en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Zumpango. Curioso: en “Ante la catástrofe, control de daños”, como se llamó la obra en el escenario de Terapia Intensiva, el papel del gobernador del Estado de México fue ficticio, como ocurre en cualquier pieza teatral. A él le tocó encarnar al hombre conmovido por la tragedia. En cambio, no fueron ficticios los personajes secundarios: ellos, las y los heridos –varios de muerte–, a los que la semana pasada el fuego fundió piel y músculo, eran víctimas de verdad.

Y hay algo aún más sorprendente: en los 13 minutos de transmisión, Facebook Live nos regaló una obra donde el rol ficticio del político mexiquense exhibió al Eruviel de verdad. Al querer sacar provecho de la desventura de Tultepec a través de la farsa, acabó desnudado, descubierto como lo que sí es.

Veamos las reveladoras frases del gobernador en su recorrido por el hospital. Debajo de cada una hago acotaciones.

 

1.- “Estoy supervisando ¡personalmente! (enfatiza) que los pacientes que tuvieron el lamentable accidente en Tultepec estén siendo bien atendidos”.

* Eruviel no supervisó ¡personalmente! que la seguridad del mercado de San Pablito evitara una tragedia, pero cuando los muertos ya suman 36 se vuelve sumamente responsable y decide supervisar ¡personalmente! Caray, ¡gracias!

 

2.- “Estamos en instalaciones de ¡primer mundo!”.

* ¿Por qué el énfasis en el “primer mundo”? ¿Acaso los miserables mexicanos debemos asumir que lo natural es que nuestra medicina estatal nos brinde atención de segundo o tercer mundo, y que una atención de “primer mundo” es un regalo de los funcionarios?

** ¿Es razonable tener servicios médicos de “primer mundo” y un mercado de pirotecnia con seguridad de “tercer mundo”?

 

3.- “Por obvias razones, no vamos a mostrar los rostros de los pacientes, por respeto a ellos”.

* Con esa frase, Eruviel nos murmura: no tienen idea cómo quedaron… En vez de limitarse a eludir las caras y callar, “respeta” a las víctimas con una idea que activa la imaginación.

 

4.- “Es importante que vean el equipo (médico) tan profesional”.

* Segunda referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

5.- “Estoy evitando pasar al paciente (frente a la cámara). Solamente mostramos sus pies tapados (…) por respeto a su identidad”.

* Según Eruviel, el respeto a la víctima es insinuarnos que está desfigurado.

 

6.- “Estoy aquí ante aparatos muy profesionales”.

* Tercera referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

7.- Diálogo con el doctor Flores:

-¿Cómo esta su paciente?-, pregunta el gobernador.

-Tiene un 80% de superficie corporal quemada, y desafortunadamente su estado es extremadamente grave.

-Qué pena. Hacemos votos para que se reestablezca.

* “Hacemos votos”. Así, con ruegos religiosos, confía en que saldrá adelante alguien que agoniza.

 

8.- “Vean ustedes los aparatos que tenemos: estos son de primer mundo”.

* Cuarta referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

9.- Pasa junto a una víctima y dice “Está en un hospital de primer mundo”.

* Quinta referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

10.- “Vean ustedes los aparatos de punta”.

* Sexta referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

11.- “Los aparatos, insisto, son de primer mundo”.

* Séptima referencia a ese “primer mundo” con que nos beneficia.

 

12.- “Aquí tenemos a nuestro paciente. Esperemos en Dios que sane pronto”.

* Habría convenido un mercado de pirotecnia con altísimas medidas de seguridad (o incluso desaparecer ese mercado), antes que cargarle la mano a  Dios de los terribles efectos de permitir un polvorín en el estado que gobierna.

LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE ANÍBAL SANTIAGO: EL NUEVO ZAR DEL UNIVERSO

13.- “Tenemos todo el equipo necesario para salvar vidas”.

* Una tristeza que cuando San Pablito funcionaba no hubo equipo ni medidas necesarias para prevenir la muerte (salvar vidas). A los 36 muertos ese equipo milagroso no le sirve gran cosa.

 

14.- “Mucho ayuda el que no estorba”, dice Eruviel al salir de Terapia Intensiva.

* Ahora sí, brillante el gobernador.

 

15.- “Muy importante (posa su mano a la altura del corazón, en gesto de santo): todo el servicio que vamos a brindar aquí en este hospital y en todos los demás no tendrá ningún costo”.

* ¿El generoso gobernador pagará de su bolsa los servicios médicos para que la gente los reciba gratis? No; si esos hospitales y servicios existen es porque la gente cada día de su vida paga impuestos. Nada es gratis, lo sostenemos todos.

 

16.- “Vamos a ayudar a los locatarios socialmente, porque de ahí viven”.

* Los políticos no “ayudan”. Con suerte (que en México nos es muy escasa), el dinero que la gente aporta los políticos lo destinan a cubrir las necesidades de esa misma gente.

 

17.- “Vamos a apoyarles con mucho cariño”.

* Que levante la mano quien quiera el cariño de Eruviel. Qué escozor: suficiente con que fuera buen político (y buena persona).

 

18.- A cámara, Eruviel revisa los comentarios de sus seguidores y ¿cuál elige? “Gracias, señor gobernador, por estar siempre”.

* En medio de la tragedia, nos avisa que tiene fans.

 

19.- “Primero Dios que sanen pronto”.

* Alguien en el cielo comienza a fastidiarse.

 

20.- “Llevamos 21 pacientes dados de alta y eso es algo digno de celebrar”.

* “Celebrar” según la RAE: “Realizar un acto festivo”. Mueren 36, decenas más quedarán incapacitados y desfigurados, y Eruviel festeja.

 

21.- “Les he ofrecido (a los vendedores de pirotecnia) que esta fuente de empleo no la pierdan”.

* El gobernador ni siquiera se da un tiempo para estudiar la venta de esas montañas de pólvora. Reincidiremos, promete, pese a los 36 muertos.

 

22.- “Dios bendiga a las familias”.

* Otra vez, que sea Dios quien las bendiga, que quien se ponga a trabajar sea Dios. Faltaba más.

 

23.- “Que tengan todos buenas noches y gracias por sus oraciones”.

* Ante el desastre de gobierno que engendra catástrofe, vengan más oraciones. Por lo visto, para escapar de la tragedia basta sumar rezos por miles, si es posible millones.

 

¿Ave María, Padre Nuestro? ¿Cuál vendría bien, señor gobernador?

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