Así no vas a conseguir marido, mijita

No te peinas. Traes una facha de muchachito que no jodas. ¿Piensas seguir estudiando? ¿De veras? Tú continúa jugando fútbol, mi reina, encontrarás alguien que te cargue los balones. Y no es albur. Saliste un poco mandona, ¿no? Pero, de veras, péinate. Y un poco de maquillaje, ya ni digo de la falda. ¿Que te quedaste arreglando tu casa? Vaya, hasta que te estás haciendo mujercita. Oye, sólo que nunca estás. Luego no te sorprendas de que tu marido encuentre a otra. Porque tú mucho trabajo, mucho trabajo, pero pues al hombre lo tienes muy abandonado. ¿No escuchaste? Ya llegaron tus hermanos. Ábreles la puerta. Y acá, entre nos, ¿a cuántos se habrá cogido esa vieja para llegar al puesto que tiene? Oh puuusssssss, sólo pregunto! Pero ya, de veras, ¿no te piensas peinar?

Emma Watson se veía nerviosa –claro, no es lo mismo enfrentar a Voldemort que a la Organización de las Naciones Unidas–. La joven actriz británica, impecable la mirada, habló unos 7 minutos. Sobre el feminismo, las inequidades. Quiero un mundo en el que a las mujeres les paguen lo mismo que a los hombres, cuando llevan a cabo las mismas tareas. Y siguió con voz trémula: de pequeña, mis compañeras dejaron de hacer deporte, porque no querían verse masculinas. Otras tantas dejaron de ser inteligentes, porque no querían quedarse solas. “Y eso que vengo de la Gran Bretaña, donde una supondría que las cosas serían diferentes.” Por ello, la campaña #HeForShe. Para que el hombre vea que, en una de esas, si es menos violento, la mujer tiene que ser menos defensiva. Y si se pone en sus zapatos… hasta tendemos puentes, concluyó Emma Watson. Aplausos. Cae el telón.

Los haters de ocasión ya salieron a decir que qué pinche discurso chafa, que eso es feminismo básico, que no aporta nada, que mugrosa escuincla. Los que ya se creen muy liberados y equitativos, ningunearon la simplicidad de sus palabras. En fin, que los haters de ocasión son eso.

Yo me quedo más con la base de lo que dijo Watson: porque sí, mucho siglo XXI, pero la inequidad de género es una realidad. Porque la mujer que se afirma es una pinche mandona; el hombre que se afirma es un wey con carácter. Porque los feminicidios son tan poco atendidos, que ni el corrector de Word los reconoce. Porque…

Si la Watson, con su cara de niña asustada, logró que unos voltearan a ver el machismo circundante, pues bienvenida sea. Mientras, esa persona que tienes junto –sí, tú– seguirá pensando ¿y ésta por qué no se peina?

Así no vas a conseguir marido, mijita.

(Gabriela Warkentin / @warkentin)