Relajado, como contando a un cuate cualquier anécdota, el gobernador del Banco de México dijo hace días: “La desaceleración por la que pasamos en este primer trimestre es un bache temporal, que en gran medida refleja la desaceleración de la economía de Estados Unidos”.
La declaración de Agustín Carstens me remitió a una escena ocurrida semanas atrás: agarrado con firmeza al atril, como si se aferrara a un barco que naufraga, explicó nuestras desgracias: “Hemos tenido un crecimiento más lento de lo esperado (que) en gran medida se correlaciona con un menor crecimiento en los EU y mucho de eso es por el clima”. En realidad, su frase final fue “because of the weather”, pues le hablaba al The Economic Club of New York.
Es decir, si nuestra economía crecerá este año 1.2 % menos de lo que el gobierno esperaba, si se crearán hasta 150 mil empleos menos de lo que estimó, si el Índice Global de la Actividad Económica vive su peor crisis en casi año y medio, es por la presión atmosférica, la lluvia, la nieve y el viento gringos.
Entre México y EU hay 1 millón de dólares de comercio por minuto; salimos golpeados cuando eso baja. Y las remesas de los 11 millones de compatriotas en EU son indispensables para que México no sufra el Apocalipsis.
Pero si las nevadas en el Antelope Valley, si las inundaciones en New Jersey, si los tornados de Colorado supondrán de ahora en adelante la ruina mexicana, más vale no tener esperanza. O, en todo caso, unámonos mexicanos contra el cambio climático en EU pues sus tragedias ambientales nos hacen miserables.
Cuando en aquel discurso frente a los economistas neoyorquinos Carstens pronunció “slower growth in the US” (crecimiento más lento en EU), arqueó las cejas como diciendo “Ciudadanos estadounidenses, es por su culpa que estamos jodidos”. Al que hay que arquearle las cejas es a Carstens: desde el 2000 es uno de los responsables de la economía mexicana, una economía que es una rémora hambrienta que chupa los despojos de EU, un títere que se desvanece si el Gran Geppetto Gringo nos suelta para ocuparse de asuntos más importantes en su carpintería (casi siempre), y un hijo bastardo que ruega la atención de papá EU cuando éste se lo sacude como a una mosca fastidiosa.
¿Somos a tal punto dependientes de EU que ahora rezamos por su bonanza meteorológica para salvarnos? Las justificaciones de Carstens equivalen a “somos un parásito de EU”. Y así el gobierno se lava las manos: como carezco de injerencia en mi propia economía, de mi crisis son culpables los New York Yankees, Beyoncé, Walter White, McDonald’s, Willie Nelson y, claro, el clima de Estados Unidos.
************************
SÍGUEME EN @apsantiago
(ANÍBAL SANTIAGO / @apsantiago)