Camino por la colonia Tacuba, aliada de mexicanos y texcocanos desde el siglo XV. Me gusta caminar por sus calles, algunas trazadas en aquellos años, que lo guían a uno por sorpresas que se gozan de verdad: la casita de como 100 años pintada de rojo a espaldas del Coppel, el señor que escucha música “de antes” a la sombra de una jacaranda en flor o la cantina Chin Chun Chan, donde parece que siempre son las cinco de la tarde.
Un lugar favorito en esta llanura es la casa de Golfo de Adén y Carrillo Puerto. Todo el mundo la conoce como La Perulera. Ha funcionado como bodega, restaurante y centro cultural. Pero originalmente formó parte de El Portal, la hacienda más grande de San Juan Amantla, uno de los diecitantos barrios de Tacuba, que antes de colonia fue una villa y todavía antes un reino a orillas del gran lago. En la propiedad también existió una plaza de toros llamada La Rosita, demolida en los años treinta.
La Perulera en la esquina de Felipe Carrillo Puerto y Golfo de Adén
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
Aquí quedo de verme con la arqueóloga Reina Cedillo, que me permite asistir a una reunión con vecinos, gente de la delegación y la arquitecta encargada de resucitar el inmueble luego de años de abandono.
No se sabe si La Perulera se llama así porque los primeros dueños fueron peruanos o porque hubo muchos pirules en el jardín. Esto me lo cuenta Reina al terminar la reunión. “¿Sabías que por aquí hay una tortillería muy vieja que se llama La Pirulera?” Además hablamos de cuando Leona Vicario vino a esconderse a Tacuba. “Quién sabe si fue en esta casa, pero antes la calle de Golfo de Adén se llamaba Leona Vicario”. Y me dice que La Perulera no puede ser de 1735, como está escrito en una pared de la casa, sino de décadas más tarde. Que la prueba está en un mapa que me va a enseñar. Se queda uno con ganas de averiguar más.
¿Cómo habrá lucido esta zona de Tacuba cuando los franciscanos erigieron la Parroquia de San Gabriel Arcángel?, ¿qué aspecto habrá tenido el teocalli donde rezó Tetlepanquetzaltzin el día que Cortés le quemó los pies? La única “pista” que tenemos es el edificio de Almacenes García, construido en el mismo solar. También nos quedan ‘el Torito’ en caso de que deseemos evocar el antiguo rastro de Tacuba y el ahuehuete de Golfo de Bengala y Marina Nacional como recuerdo de un tupido bosque.
Patio de La Perulera
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
Y podemos pensar en el embarcadero principal, en el arte plumario que se hacía y mercaba en San Juan Amantla, en los fantasmas de los que ya nadie habla. E identificar en Google Maps la vieja calzada que conectaba Tlalnepantla con Coyoacán. Y lo mejor: reunirnos a tomarnos un café y contarnos muchas cosas. Que vengan Reina (y lleve el mapa), la arquitecta, el delegado, los vecinos y los que quieran. ¿Qué tal el 24 de marzo, día de San Gabriel Arcángel? Yo pongo el café.
La arquitecta Andrea Cesarman, responsable del proyecto
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
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(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)