Caifanes es una banda maravillosa, no tengo duda. Pero me parece lamentable que, tras seis años de haberse reunido, han sido incapaces de presentarnos aunque sea una sola canción. Sólo venden nostalgia, y se debe a que, como público, no sólo lo permitimos, sino pareciera ser lo único que nos interesa
El viernes pasado, los Caifanes se presentaron en el Zócalo de la ciudad —increíblemente, por primera vez en su carrera—. Había unas 100 mil personas reunidas, rindiendo tributo a una de las bandas fundamentales del rock nacional. Lo que alcancé a ver —un asunto laboral me impidió gozar del concierto completo— estuvo muy bien: un grupo que conoce su oficio a la perfección, con músicos solventes, un delantero carismático y un repertorio que vale oro. El resultado fue un público extasiado. A la banda le cayó bien la reunión del 2011 (tras casi década y media de separación), a pesar de que la alineación completa, el quinteto, duró poco. Como ya sabrán, Alejandro Marcovich volvió a tener diferencias con sus compañeros y lo salieron. Pese a que se trata de una baja sensible, Caifanes sigue adelante con un guitarrista invitado que se encarga de los requintos.
Lo que me alarma es que han pasado más de seis años desde que se reunieron y han sido incapaces de mostrarnos música nueva. Al principio dijeron que había intenciones de hacer un álbum, que pondrían manos a la obra en cuanto se dieran las condiciones. Pero ahora el tema ni se menciona. Entonces resulta inaudito que un grupo de personas con tanto talento prefiera seguir recalentando sus viejas canciones —de hace casi 20 años la más nueva— en lugar de intentar hacer algo nuevo. ¿De plano ya no tienen nada que decirle a México? Esta inactividad discográfica hace inevitable conjeturar que solo están juntos por los taquillazos que se logran empaquetando la nostalgia, lo cual, si me lo permiten, es un poco cínico. La última vez que entrevisté a Sabo Romo, hace poco más de un año, me dijo que sí querían hacerlo, que había ideas, canciones inconclusas, pero que estaban ocupados haciendo otras cosas que les impiden aterrizarlo… Como el Rock en tu idioma sinfónico. Sí, más nostalgia. Pese a todo, en esa charla me dijo que estaba más cerca que nunca música nueva de Caifanes, cosa que no ha ocurrido.
“Creo que por eso muchos grupos no evolucionan. Porque pueden vivir de su historia”
Pero el público también es culpable. Seguimos recompensando a Caifanes y a todos los artistas que ordeñan su historia sin preocuparse por seguir creando o proponiendo. Es como si eligiéramos, por un par de horas, regodearnos en un pasado idealizado. Nos cuesta mucho trabajo salir de nuestra zona de confort.
También he visto esta postura en otros casos. Por ejemplo, en algunos conciertos de Café Tacvba. El grupo está girando en torno a su álbum más reciente, el Jei Beibi. Tiene buenas canciones que en directo suenan muy bien. Sin embargo, desde que empieza su espectáculo, la gente está pidiendo los antiguos éxitos, los mismos que han visto y escuchado cuantas veces quieran. No escuchar una vez más “El baile y el salón” es casi como no haber ido. Lo nuevo, paradójicamente, es lo que menos prende e incluso parece aburrir a algunos, a pesar de ser material de muy buen nivel.
Creo que por eso muchos grupos no evolucionan. Porque pueden vivir de su historia. Porque el público no es tan exigente. Porque muchas veces no hay recompensas para quienes nos retan. Es una verdadera pena.
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