¿Se enteraron de que Raúl Salinas de Gortari –Mister 10 por ciento para sus amigos contratistas en el gobierno de Carlos Salinas– fue declarado inocente de acusaciones de enriquecimiento ilícito?
En México nada es gratis ni gratuito y hasta el comportamiento de las noticias tiene una explicación.
La mayoría de medios de comunicación han jugado un papel oscilante entre acompañantes del poder, empresarios con intereses y jueces habituados a señalar, exhibir, sentar en el banquillo de acusados y destruir sin piedad. Medios y periodistas suelen pasearse incolumes en el país donde los abusos no eximen al nefastamente asumido como cuarto poder.
¿Y quién juzga a los medios? ¿Quién juzga al juez?
En medio de las inquietudes sobre lo que deparará el próximo año, 2014 termina con una certeza: una indudable crisis del sistema político y un Estado exhibido y agotado con la urgencia de ser renovado. Todos los partidos y los políticos han sido rebasados por una crisis nacional extrema.
En medio de esta crisis ¿cuál es la responsabilidad de los medios? ¿Qué errores debieran asumir y qué correctivos poner en marcha?
Cuando uno percibe que la noticia de la liberación de Raúl Salinas perduró no más de 48 horas es imposible no pensar en algunas palabras imborrables en el imaginario mediático: negocios, intereses, chayo y payola. Cuando uno descubre que los comunicadores más cercanos al gobierno abrazaron un texto de Fernanda Familiar contra Carmen Aristegui y su equipo, responsables de la investigación de la casa blanca de 7 millones de dólares, es imposible no pensar en esas palabras.
En la crisis del sistema político mexicano a los medios de comunicación les corresponde una tajada enorme de responsabilidad. Son empresas, pero ¿dónde empieza y termina su compromiso con el país y la sociedad?
¿Ya escucharon Spotify plagado de anuncios oficiales? Ayer un diario nacional circulaba envuelto en una camisa publicitaria que a toda página proclamaba: “Mover a México”. El grafiti del gobierno peñista engullía el resto del diario como una ballena traga a un pez diminuto.
El gobierno se comporta como si esto fuera 1970. Se piensa –se cree– que los problemas nacionales pueden resolverse –esconder, disfrazar, maquillar– en la prensa.