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Había una vez un centro histórico que estuvo habitado desde siempre; sus calles y sus edificios guardaban la memoria de sus habitantes y le deban identidad y orgullo. Pero ese centro histórico cayó en desgracia. Sus habitantes abandonaron desde los años cincuenta en favor de los nuevos suburbios que aparecieron alrededor de la ciudad. Luego, en los años ochenta, los comerciantes del mercado más grande de la ciudad, que estaba por allí, se fueron a otra parte, y en 1985 vino un temblor que dejó la zona entera ahogada por el polvo de los escombros y el olor de los muertos.
Los habitantes de esa ciudad, preocupados por esta decadencia, se pusieron de acuerdo para hacer algo. Un empresario de origen libanés, cuya familia se hizo rica en esa parte de la ciudad, restauró calles y compró edificios, pero su contribución fue limitada porque también tiene la intención de beneficiarse con la subida de precios. El gobierno de la ciudad le entró al tema. Aunque rodeado de algunas controversias, el Fideicomiso del Centro Histórico no ha hecho mal las cosas. Después de complicadas negociones y la destrucción de un par de edificios históricos, los vendedores ambulantes se han salido de la zona; la calle de Madero, una de las avenidas principales, ahora tiene cientos de miles de habitantes gracias a que la hicieron peatonal.
El Fideicomiso también ha sostenido una publicación mensual llamada Km 0. No es de lo más conspicuo que han hecho, pero sí de lo más padre. Se trata de un periódico sobre la vida en el centro. Ese periódico cumple hoy cinco años y celebra con la publicación de un libro que recoge los perfiles de decenas de personas que habitan el centro.
“No es una publicación turística, no es una publicación académica llena de explicaciones técnicas y no es una publicación destinada a promover a las instituciones que la hacen posible”, dijo Sandra Ortega Tamés, su editora, en la carta editorial de este número conmemorativo. El periódico en realidad es una conexión entre el patrimonio histórico y el presente de la ciudad. No es el centro de los monumentos, sino del campanero de la catedral, de las 150 librerías de viejo y de los vestidos de quince años.
Y por eso vale la pena leerlo.
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* Guillermo Osorno es director de la revista Gatopardo y cronista de la ciudad. Fue director de la revista dF y compilador de los libros ¿En qué cabeza cabe? (Mapas, 2004) y Crónicas de otro planeta (Random House, 2008). Es egresado de la escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y profesor de periodismo narrativo en la maestría de periodismo y asuntos públicos del CIDE.
(Guillermo Osorno)