Ciudad de necios | Calidad de CDMX

Opinión

Me desconcierta la pasividad de los chilangos mientras salen a trabajar en esta semana cuando se respira humo. Tal vez no es que les falten ganas de condenar la reacción de las autoridades, sino que entienden que no hay que esperar mucho de ellas. ¡Y qué maldita frustración! Creo que ya normalizamos la precariedad en las decisiones de gobierno. No se nota una administración oportuna, que reaccione. ¿Cómo es posible que los chilangos que, como se demostró el primer trimestre de 2019, pagan más y mejor sus impuestos, no reciban a cambio calidad de vida?

De acuerdo con las cuentas oficiales, se recaudaron 1,702 millones de pesos como incremento a la recaudación chilanga, lo que superó la meta presupuestal de 65,843.7 millones y se situó en 67,543.9 millones de pesos. Es decir, los chilangos confían en sus autoridades y cumplen con sus obligaciones fiscales. Pero, ¿y las autoridades lo hacen?

Si bien los incendios no son responsabilidad del gobierno de la Ciudad de México, sí lo es resolver la crisis. Con estadísticas, cifras y comparaciones con anteriores administraciones no se resuelve el problema. ¿Resignación a respirar basura?

Más de 50 incendios forestales desde la semana pasada. Los niveles de contaminación asquerosamente altos… y las autoridades chilangas nomás mandan tuits, comunicados… y ya. ¿No hubiera valido la pena impedir que “el rey” auto circule y durante algunos días sea gratuito el servicio de transporte público? ¿De qué carajos nos sirven las estadísticas si no van acompañadas de políticas públicas eficientes? Aquí nos tienen, respirando humo y los coches circulando sin ninguna restricción extraordinaria para ellos.

Solo espero que los chilangos no se arrepientan de pagar sus impuestos y dejen de hacerlo en un futuro.

Dice la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que trabaja para que a los 130 puntos se active la contingencia, en lugar de llegar a los 150, lo que me parece bastante acertado. ¡Pero realmente urge meterle velocidad! Y velocidad limpia, no velocidad fósil como la que usan los coches. ¿Quién será el primero que, sin miedo, limite a los autos, aunque en ello se arriesgue el capital electoral? A nadie le gusta que le prohíban usar el coche, pero es momento de dar un giro a las políticas públicas y convencer a los chilangos que a cambio de una mejor red de transporte público vale la pena dejar estacionado el auto. Claro, para que pase lo segundo, tendría que ocurrir lo primero… y no veo para cuándo.

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