Necios que no respetan ni reglamentos ni vecinos. Necios que critican la corrupción y son igual de ineptos
Sucedió en Veracruz, pero no se me haría raro verlo en las noticias chilangas un día de estos. Piénsenlo: ¿qué somos capaces de hacer por un lugar de estacionamiento antes de que nos lo gane alguien más? ¿Qué hemos sido capaces de hacer los traficalinos de esta ciudad con tal de no dejar pasar a nuestro carril al güey que va junto a nosotros?
Lo del cambio de carril ocurre diario a todas horas: gandallas que se pasan de carril a carril y gandallas que no son amables con los otros. Lo del cuchillo ocurrió el 10 de julio en el Puerto de Veracruz: dos compas se pelearon por un lugar de estacionamiento; en esas estaban cuando uno de ellos, después de ser humillado a golpes, sacó un cuchillo y se lo atravesó en la cabeza a su competidor. El cuchillo atravesó la cara del hombre y le destrozó un ojo, pero no le impidió seguir de pie y hasta regañar al que le clavó el puñal. La escena es estremecedora. Y también es muy mexicana, muestra de la degradación de nuestros códigos de convivencias: gana el más cabrón y gandalla. No importa pelearte frente a tus hijos, no importa insultar al otro frente a los demás, aún si “los demás” son policías.
Con el nuevo Sistema de Justicia Penal en México, Armando “N”, vinculado a proceso por clavarle un cuchillo en el ojo a Domingo” N”, podría quedar en libertad porque los delitos cometidos —intento de homicidio y daño a órgano vital—, no están considerados como delitos graves.
Una prueba, un botón. Busco en Google “Peleas por un lugar de estacionamiento o en el tráfico” y los resultados, según el algoritmo, fueron estos: “Taxista amenaza a otro conductor con una navaja enfrente de los policías”, “Pelea entre chofer y pasajera provoca que autobús caiga de un puente”, “Automovilistas se agarran a golpes mientras esperan a cargar combustible en la CDMX”, “Difunden video de la pelea del actor mexicano Pablo Lyle en EU” (por lo que se ve, ya exportamos nuestras miserias, y eso que cruzando la frontera al mexicano se le cambia el chip y maneja como noruego respetando todo), “Captan pelea de automovilistas en Av. Sendero”, “Motociclista y automovilista ‘resuelven’ a golpes conflicto”, “Pelea con policías y se lleva a uno con el carro, en Azcapotzalco”, “Conductor balea a joven que iba a ‘echarle bronca’ en el tráfico”, “Balea a conductor porque ‘le ganó el paso’ en Periférico”, etcétera.
El nivel de estrés entre chilangos y habitantes de ciudades metropolitanas ya es motivo de investigación de expertos y científicos. Pero creer que las cosas se resuelven con violencia no hace más que confirmar que los chilangos violentos piensan y actúan como los funcionarios corruptos que apuestan por violentar las leyes por sobre su respeto. La clase política no es más que el reflejo de nuestras costumbres mexicanas. Si no cambian las costumbres, ¿cómo va a cambiar esta ciudad y este país?