Ciudad de necios | Ixtlahuaca y la gandalla

Opinión

Necios que promueven el gandallismo. Necios que promueven el respeto al otro.

Parecen dos países, pero ambas historias ocurrieron en México.

Primer México

El vuelo 198 de Aeroméxico, rumbo a Mexicali, Baja California, regresó a su puerta de salida en el Aeropuerto de la Ciudad de México atendiendo “una orden presidencial”, según denunciaron varios usuarios en redes sociales.  Ah, canijo. ¿Por una “orden presidencial”? Sí, repito: por “una orden presidencial”.

Yo pensé que esas cosas ya se habían terminado después del 1 de diciembre del año pasado, ¡pero no! ¡Los fantasmas siguen sueltos! La “orden presidencial”, según se sabe, habría sido inventada por Josefa González-Blanco, cabeza de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y a quien se le hizo tardecito para subir a ese vuelo.

Su gandallismo y delirio de poder obligó al avión a regresar por la señora González-Blanco Ortiz-Mena. Así se la gastó la secretaria y así se las gasta Aeroméxico, que gusta de quedar bien con el poder a costa de las molestias de los pasajeros. ¿O no?

Segundo México

Un tráiler de esos que transportan deliciosa comida chatarra que provoca la muerte se accidentó en el Estado de México. En Ixtlahuaca, la mercancía que transportaba el camión salió de la caja y se regó por todo el camino. ¿Cómo reaccionaron los vecinos? Habrá que decir que este país ha sido testigo de vecinos gandallas quienes, al ver la desgracia ajena, al ver un camión accidentarse, saquean su mercancía y hacen su agosto sin importar cuándo ocurrió la desgracia.

Basta abrir YouTube para encontrar un video de los vecinos que robaron el azúcar del camión volteado; otro de los vecinos que en medio de la carretera degollaron las vacas que iban en el tráiler accidentado; así como otros robando cervezas, agua, jabón y hasta pañales del tráiler caído. Gandallas que no ayudan, sino chingan.

¿Que sucedió en Ixtlahuaca? Lo contrario: los vecinos acudieron a ver si el chofer y los otros pasajeros estaban bien. Una vez que corroboraron su integridad, procedieron a acomodar la mercancía a la orilla de la carretera y luego ayudaron, entre unos 30 o 40 vecinos, a subir la mercancía a la caja de otro camión, acomodarla y así poder seguir su camino.

Vean el video, van a llorar de orgullo, es poesía pura, es lo mejor que he visto en meses en este país. Qué orgullo lo que pasó en Ixtlahuaca. Qué vergüenza lo que hizo González-Blanco a la que ya renunciaron y suplieron. Los dos casos están para llorar, pero uno de orgullo y el otro de asco y repulsión.

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