Necios que quieren que Trump respete y legalice a nuestros paisanos migrantes, pero a quienes les gustaría que no se respete ni se legalice a los centroamericanos de la caravana
Bravo, hurras, aplausos. Hemos logrado que Donald Trump sea fan de México. “México ha hecho un trabajo sensacional”, “Me encanta México”, “Gracias a los líderes de México”, “México ahora respeta el liderazgo de USA”: lo dijo el presidente de los Estados Unidos de siempre. El de la barriga política cínica, no de embarazo sino de “panza normal”, como dijo la clásica. De racismo “normal”.
Mis razones para reconocer y apoyar la Caravana Migrante que irrumpió en México son muy sencillas: no los veo como delincuentes, sino como a hombres y mujeres diversos a los que no se les reconocen sus derechos humanos y que huyen de la violencia de sus países. Si cometen delitos aquí, que la ley actúe (sí, Chucha, ¿con las instituciones mexicanas que tenemos?). Hay que darles asilo político y regularizar sus estatus migratorios, no solo para dar una lección al mundo de cómo tratar a los migrantes en un planeta donde prevalece la xenofobia, sino porque hay que reconocer que ellos no vienen de turismo, de paseo, de shopping o son intrínsecamente delincuentes, sino que se agrupan para cuidarse de la delincuencia. Las autoridades migratorias, famosas por corruptas e indolentes (nomás recordemos las fosas de San Fernando), quedaron rebasadas porque no previeron el arribo de la caravana y no les quedó de otra más que actuar como policía migratoria, como el cadenero en el bar de Trump: “Tú sí entras y tú no por feo, moreno, ilegal, sin papeles y por ser diferente”.
Pero tal vez me indignan más las reacciones en las redes sociales. Adriana Mancilla en Twitter: “Los policías tuvieron [no estoy seguro que ‘tuvieran’, creo que tenían de otra] que actuar y aventar gases lacrimógenos porque se les dijo que entrarían de forma ordenada para darles refugio [aunque los engañaban y en realidad la migra mexicana los separaba y no les daba papeles], pero un grupo de ellos quisieron entrar por la fuerza por eso se controló [‘controló’ es demasiado decir] de esa manera. En ese río nadie se ahoga [híjole, qué indolente: digámosle esto a los padres y madres con niños bajo el brazo, a los que no les queda de otra más que huir de la violencia en casa, a los niños que viajan solos], miles pasan diariamente por él”.
Oscar Rogelio Garfias, también en Twitter: “¿A cuántos recibirás en tu casa? [No estamos entendiendo: ellos no piden entrar a nuestras casas, solo quieren ir acompañados, juntos y no desperdigados, para que no los exploten, roben, torturen, secuestren o maten fácilmente los criminales en México. Quieren llegar a EUA o a un lugar donde les den trabajo. ¿Por qué negárselos?]”.
Hubo quien propuso matarlos. O los más leves: “azotarlos para que respeten este territorio mexicano que es un pais (sic) de leyes donde se respetan no como en sus paises (sic) bananananeros (sic)”. ¿A poco no sonamos peor que Trump? Afortunadamente no todos pensamos igual.
“No los veo como delincuentes, sino como a hombres y mujeres diversos a los que no se les reconocen sus derechos humanos”