Necios que cerraron todo para que nadie viera sus fechorías. Necios que abrieron esos espacios para… ¿qué?
El primero de diciembre, Los Pinos abrió sus puertas, sin embargo, la casa estaba vacía. ¿Metáfora de la estafa del gobierno anterior? La curiosidad de los visitantes se encontró con el eco de las estancias que un día fueron presidenciales (¡ah, qué tiempos aquellos en que ser presidente era como ser el rey de los mirreyes!) y que hoy tienen muy poco que enseñar de esa vida alejada de pueblo bueno. Los cuartos que un día tuvieron lujo, hoy no tienen nada, o casi nada. El nuevo gobierno decidió hacer museo la cloaca mayor del poder en donde se montará la nueva narrativa nacionalista. ¿Qué expondrán? ¿Con qué símbolos llenarán ese vacío?
Dejó la lujosa residencia el gobierno saliente acusado de corrupción y perdonado por el gobierno entrante que la abrió como una galería por llenar. La gente vio una recámara matrimonial sin colchón, una cocina sin cucharas, una sala con prácticamente nada de obra plástica y una alfombra polvorienta, los baños no tienen papel, el estacionamiento guarda algunos coches antiguos arrumbados y el jardín que tenía nochebuenas fue víctima de la delincuencia. En realidad, víctima de la democratización del robo, porque hubo visitantes a Los Pinos que creyeron que, como en las bodas o XV años, las nochebuenas en Los Pinos eran centros de mesa que uno podía llevarse a casa… y así algunos las robaron.
¿Qué van a exponer en Los Pinos? No sabemos mucho. De martes a domingo, abrirá de 10:00 a 17:00. Es la novedad, pero de agenda museográfica nada. En la página lospinosparatodos.com hay una breve semblanza para cada una de las casas bautizadas por el antiguo régimen como Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán y Molino del Rey. Supongo que los últimos nombres cambiarán, pero no sabemos qué guardarán. Y mi duda va más allá de lo que se expongan o las actividades culturales que habrá. En serio creo que quienes están a cargo harán un trabajo valioso para que las culturas mexicanas y sus expresiones artísticas estén al alcance de quienes visiten el Bosque de Chapultepec, el único espacio en el país que tendrá conectados espacios culturales como el Museo Nacional de Antropología, el Tamayo, el de Arte Moderno, el Auditorio Nacional, el Zoológico y contando.
Mi duda quiere llegar al último día del 2024: ¿qué dejará López Obrador en ese museo? Si Peña Nieto se llevó hasta las toallas y el papel higiénico (metafóricamente haciéndole al mame), ¿López Obrador tendrá ese espacio para comunicar qué? ¿Cuál será el legado y la narrativa que nos venda? ¿Solo símbolos o un verdadero resultado que se pueda contar en una cuenta bancaria, en los guisados sobre la mesa o con el fin de la impunidad?
Hasta ahora, hemos asistido a la exhibición presidencial de muerte y violencia, en el caso del sexenio calderonista, y de corrupción e impunidad en el periodo peñanietista. ¿Qué dejara el lopezobradorismo? Cuando el domingo 1 de diciembre de 2024 entremos a Los Pinos, ¿qué país seremos?
La respuesta no depende de un presidente. Creerlo así nos ha puesto frente a una galería de horror y frustración en las últimas décadas. Los ciudadanos tenemos en nuestras manos una gran oportunidad para rescatar este país, porque somos el poder. Así de claro quedó el pasado 1 de julio y ahora veremos si eso que hoy es meme puede ser realidad: “1 de diciembre y hoy me levanté más honesto que ayer para oler el fin de la corrupción”. Me río, pero pregunto: ¿y si en serio hoy todos nos levantáramos más honestos que ayer? ¿Qué sería de México? ¿Qué será de nosotros el día en que no dependamos de lo que haga un presidente sino de la suma de millones de hostilidades?
“Los ciudadanos tenemos en nuestras manos una gran oportunidad para rescatar este país, porque somos el poder”