Necios que no quieren oír a las víctimas. Necios que no entienden que, para que haya un abusado, se necesitan un abusador
Ha sido un fracaso la reconstrucción en la CDMX. Somos capaces de construir fortunas de políticos, de partidos, de empresarios, pero incapaces de darle vivienda digna a los chilangos. Los desmemoriados de esta ciudad olvidamos las tragedias, como la del 19S. Algo apaga nuestra calentura altruista, por la transparencia, por el cambio, por el ahora sí lo vamos a hacer bien. Nada de eso termina ocurriendo. Un poco porque otras tragedias inéditas se van acumulando (inéditas por su violencia, por la impunidad, porque cada vez esto se pone peor), otro tanto porque somos indolentes (los del gobierno y los que no están en él) con quienes perdieron todo, otro poco porque el poder político ha sabido quedar bien con los privilegiados.
“Los desmemoriados de esta ciudad olvidamos las tragedias, como la del 19S”
Imaginen en estos días de lluvia a sus hijos durmiendo entre lonas porque su casa se vino abajo, porque el hogar donde dormían sepultó a su madre. Imaginemos que, de un minuto para otro, el sismo arranca la vida a tus más cercanos y te deja en la calle y con deudas. Historias así hay en el Multifamiliar Tlalpan, pero también en las otras colonias donde los damnificados gritan sin que nadie les ayude pronto. Tal vez porque vivían en barrios pobretones. Tal vez porque sus apellidos son comunes, olvidadizos. Quizá porque no “importan” tanto como los de residencial Vista del Campo, en Santa Fe, dañado desde octubre de 2015 por el desgajamiento de un alud.
Un condominio de lujo que ha sido el único desarrollo inmobiliario que ha recibido recursos para un proyecto de mitigación entre los beneficiarios del presupuesto de la reconstrucción por los sismos de septiembre: “17 millones de pesos de recursos del sismo entre noviembre y diciembre de 2017 para mitigar riesgos en un talud que tenía problemas que habían sido detectados por el propio Gobierno de la Ciudad desde hace tres años”, dice la nota de un periódico nacional.
¿Por qué lo permitimos? ¿Por qué en esta ciudad que se cree la mejor del país, hundida en el clasismo, la opacidad, la indolencia y la impunidad?
Se me ocurre una primera respuesta: porque no hay quien reclame, porque no hay quien exija transparencia. Porque ya nos agarraron de su puerquito. ¿Alguien detendrá esta complicidad financiada con nuestro dinero?
(Esta columna se va dos semanas de vacaciones y regresará el 4 de septiembre).