Necios que hacen negocio con la explotación de otros. Necios en cautiverio, como chilangos
Esos leones somos nosotros. Basta pensarlo un poco, sin forzar la analogía: los chilangos somos como esos tres leones en cautiverio, en la azotea.
Primero les cuento la historia que no tiene desperdicio, el absurdo encuentra en esta chilanga ciudad su capital. Estas historias nomás pasan aquí: un hombre, al que se le antojó hacerse de tres leones, les montó unas jaulas en la azotea de su casa y los crío en Viaducto Piedad, en la Ciudad de México. Hasta ahí llegó la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente para recuperarlos… pero el cuate dijo nel. Ah, shingá, ¿poooor? Son míos y mi lana me costaron. ¿Y qué creen que pasó? Pues que la Profepa se dio la vuelta y le dijo que regresaría el 12 de este mes por ellos (¿porque quién en este país respeta a la Profepa? Pocos, desafortunadamente).
Regresaron acompañados de la PGR (esa otra procuraduría que nadie respeta, a ningún nivel, del presidente para abajo… o para arriba, según la escala moral con la que se quiera medir). Al cuate le valió la ley (¡vaya novedad en este país) y decidió sonarse los mocos con la Ley General de Vida Silvestre, pues a los tres leones les fueron extraídas sus garras.
Y aquí comienza mi analogía chilanga: los ciudadanos estamos en cautiverio, nos alimentan en la azotea del poder público y nos desprecian tanto los que se creen los dueños de nuestra riqueza pública y de nosotros mismos que hasta se atreven a cortarnos las uñas para defendernos de nuestros cautivadores. ¿A poco no nos parecemos a esos leoncitos?
En redes sociales, abundan videos de los leones caminando en la azotea del inmueble; por este caso, una ciudadana levantó una denuncia ante la Profepa. No obstante, el hombre, identificado como Omar “N”, acreditó la propiedad de sus mascotas, y mostró los papeles que señalan que se encuentran en regla. Así como un gobernador demuestra que su legitimidad de funcionario público está en regla (¡votaron por mí!), aunque cometa delitos desde el poder. ¿En qué cabeza cabe vender animales salvajes? En la cabeza de quienes no tienen el menor respeto por las otras especies y a quienes mueven más que la legalidad, el negocio de un criadero donde este sujeto compró los leones.
Y no solo leones había comprado este cuate, también guacamayas. De esas que gritan y gritan y a quienes enjaulamos para verlas encerradas. ¿Otra analogía chilanga? Tal vez. Los animales fueron asegurados. Los chilangos seguimos en cautiverio, hasta que nos decidamos a dejar de ser negocio para la clase política.