Dijeron que se irían de la Ciudad y que continuarían “su” lucha desde sus estados. Fieles a su estilo, mintieron. No sólo no se marcharon, sino que han continuado con sus movilizaciones y amenazan con “reforzar” su plantón en la capital. En el colmo de la provocación, los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación han amagado con la idea de “recuperar” –como si fueran los dueños- el Zócalo.
Desde hace más de 50 días, cuando llegaron al DF, los líderes del magisterio disidente se han cansado de mentir. Han pactado en la mesa de Gobernación acuerdos que no han cumplido. Hasta en cuatro ocasiones han puesto su palabra como garantía, y se han burlado del subsecretario Luis Miranda, a quien han hecho quedar en ridículo.
Entre marchas y plantones, han ganado 115 millones de pesos por bonos y “recursos para infraestructura”. Lograron 10 mil plazas en Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, que permanecían como irregulares. También obtuvieron impunidad: ninguna represalia penal o administrativa por las protestas de las últimas semanas. Además, les pagaron los días que no trabajaron. Y, por si fuera poco, obtuvieron la promesa del gobierno federal de revisar los casos de algunos militantes de la CNTE, entre ellos el de Mario Olivero Osorio, profesor y dirigente del Frente Amplio de Comunidades Marginadas del Estado de Oaxaca, acusado de delincuencia organizada y del secuestro de los sobrinos del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani.
Pero quieren más. Son insaciables. Como insaciables son sus líderes que utilizan a quienes dicen representar y lucran política y económicamente con ellos. ¿O qué pensará un maestro de Oaxaca o Michoacán que gana, si bien le va, 13 mil pesos mensuales, de que sus líderes se embolsen miles de pesos al mes a sus costillas?
Rubén Núñez, líder de la sección 22 oaxaqueña, gana, por ejemplo, sin dar clases, más de 90 mil pesos al mes. Por si fuera poco, en el último año, duplicó su sueldo: ganaba, trimestralmente, 132 mil 722 pesos, ahora obtiene 278 mil 900 pesos. Pero si el sueldo de Rubén Núñez ofende, el de Francisco Bravo Herrera, líder de la sección 9 de la CNTE no se queda atrás: de acuerdo con el sitio web de la SEP, Bravo Herrera habría recibido 127 mil 673 pesos mensuales, entre octubre y diciembre del año pasado. Por su parte, el líder de la sección 18 de Michoacán, Juan José Ortega Madrigal, ganó casi 50 mil pesos mensuales. Y así podríamos seguirnos. Por eso no sorprende que la base del magisterio disidente se sienta “usada” por la dirigencia de la CNTE. Tampoco llama la atención que con esa nula autoridad moral, los dirigentes de la Coordinadora sean incapaces de contener a su movimiento y procesar lo que pactan en la mesa.
Ahora, la CNTE iniciará una nueva etapa de movilizaciones. El pretexto ya no es sólo la educación, también se oponen a la reforma energética y hacendaria. La excusa es lo de menos. El asunto es seguir estirando la liga. Para ello, la Coordinadora ha movilizado a unos tres mil maestros de Guerrero, que ya están en el DF. La comitiva la encabezan los líderes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores del Estado de Guerrero (CETEG), Minervino Morán y Gonzalo Juárez, ambos con orden de aprehensión. Qué buscan, ¿ser detenidos y llamarse “presos políticos”?
La CNTE escalará una vez más el conflicto. Bloquearán centros comerciales, carreteras, pozos petroleros, pasos fronterizos y plazas públicas. Además, buscarán, otra vez, secuestrar el Zócalo capitalino. A partir del jueves se movilizarán en los estados donde tienen mayor fuerza y el fin de semana pretenden concentrarse al menos 20 mil en la Ciudad de México.
Seguirán los días difíciles para los capitalinos: la voracidad de la CNTE amenaza de nuevo a la Ciudad.
(MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN / @mlopezsanmartin)