El reciente aumento en la popularidad de la estética coquette no es simplemente una tendencia efímera en el mundo de la moda, sino un fenómeno que genera diálogo y discusiones
Por Paty Soto Claussen
Inspirándose en las mujeres coquetas y juguetonas, a menudo retratadas (por hombres) en el arte y la literatura del siglo XVIII, la coquette moderna infunde estos elementos con un aire contemporáneo. Este estilo fusiona moños y listones, encajes, tonos pastel y motivos florales, reminiscentes de la vestimenta de los dramas históricos, pero reinventado para la expresión contemporánea.
Los argumentos del debate tienen razón de ser. Van desde señalar el refuerzo de anticuados estereotipos de género binario, hasta cuestionar por qué quienes eligen esta estética deberían considerar que crean “tentaciones” para los hombres. Mientras, ellos no han dejado de cosificar y sexualizar lo femenino.
Otra discusión clave es la comprensión de la estética coquette y su separación de la estética nymphette. Aunque ambas ponen el foco en la expresión femenina, se desvían en sus temas subyacentes. La estética nymphette, influenciada por la novela “Lolita” de Vladimir Nabokov, es criticada por su potencial de romantizar relaciones inapropiadas y contribuir a la infantilización de las mujeres. La coquette, en intención, se enfoca en una expresión adulta de características atribuídas a la feminidad, insistiendo que se aleja de los controvertidos tonos asociados con la narrativa nymphette. Resultan estéticas distintas pero superpuestas visualmente.
El resurgimiento de la coquette ha generado un complejo diálogo feminista. Criticada por potencialmente reforzar estereotipos de género tradicionales y perpetuar la mirada masculina, hay preocupación sobre la falta de diversidad y su promoción de estándares de belleza poco realistas. Esto reforzado con la vuelta de la moda “Y2K“, donde los estereotipos corporales han vuelto a cobrar protagonismo. No obstante, hay otras que ven en la coquette un símbolo de empoderamiento y autodefinición, un rechazo a las imposiciones y avances en la representación de cuerpos inicialmente limitada de esta estética.
Su popularidad trasciende la mera moda, reflejando cambios culturales amplios. Hay una fascinación por el romanticismo y una ruptura con las expresiones de género rígidas, especialmente notable entre usuarixs jóvenes de redes sociales que buscan redefinir sus identidades a través de la moda. Este fenómeno invita a la reflexión crítica sobre la influencia histórica en la moda contemporánea, el impacto de las redes sociales en la identidad, y cómo la moda puede ser tanto una forma de autoexpresión como un tema de crítica cultural.
Al enfrentarnos a la estética coquette, o a cualquier otra expresión estética, cuestionemos nuestra percepción. ¿Cómo los prejuicios nos afectan al juzgar a quienes la adoptan? ¿De qué manera el “trend” desafía o refuerza las normas culturales en torno a la feminidad y los roles de género? ¿Cómo se entrelazan las elecciones personales en moda con las influencias históricas, políticas y socioculturales actuales?
La estética coquette, y otras las tendencias que vemos florecer en redes sociales, no es sólo moda, sino una señal de cómo lo que vestimos es una declaración de principios.