El lector deja de leer cuando se da cuenta de que este texto trata acerca de una iglesia. O bien continúa porque no le gusta que le digan qué lee o deja de leer.
En ese caso ha caído en una provocación que lo lleva hasta la cuarta frase. Aquí se entera de que el templo en cuestión es la Parroquia de San Sebastián Mártir, que está en la esquina de José Joaquín Herrera y Rodríguez Puebla, en el antiguo barrio de Coatlan de la otrora parcialidad de Atzacoalco, en la actual colonia Centro.
Se trata de una construcción modesta, de una sola nave, sin bóveda ni retablos, que a pesar de renovarse en estos días, no pierde su espíritu viejuno: es una de las primeras parroquias de la ciudad, fundada en 1531 donde antes estuvo uno de los cuatro teocaltin importantes de Tenochtitlan. A primera vista no parece ostentar ninguna obra de arte sobresaliente, pero vale la pena fijarse en el bonito púlpito plateresco del XVII, los cristos de caña del siglo siguiente y la interesante virgen del tránsito, así como en los cuadros de los apóstoles de quién sabe qué pintor en la capilla adjunta.
Recompensamos al lector que ha llegado hasta aquí hablándole de los “ensebados” de la zona de San Sebastián, a los que José María Marroquí dedica unos renglones en La Ciudad de México (1900) y que “por los años 1836 y 37 tuvieron espantada y recelosa la ciudad”. Eran ladrones nocturnos que se cortaban los cabellos “a raíz del peine”, se untaban el cuerpo de sebo y se envolvían en una sábana blanca, sin ropa. Marroquí escribe: “Si eran alcanzados por los vigilantes, les dejaban la sábana y seguían corriendo, seguros de que (…) sus perseguidores no tendrían donde hacer presa y se les resbalaría la mano”.
Pero mejor no dar ideas y regresar a nuestro sencillo templo de tezontle que parece y está desnudo, sólo que sin sebo, y en donde se cree que puede estar enterrado un descendiente de Moctezuma II. ¿Quizá debajo del altar monolítico?, o tal vez como el resto de los mortales en la Plaza Torres Quintero, que originalmente fue el atrio (llama la atención una torre que en el Porfiriato se erigió como observatorio astronómico). Cosa de preguntarle al padre Felipe, que casi nunca está porque también pasa tiempo en Santa Teresa la Nueva y en Loreto, ambas cercanas y dependientes de esta parroquia.
San Sebastián Atzacoalco es una de las partes menos visitadas del Centro y sin embargo ofrece varios atractivos, amén de los mencionados, como pueden ser la tienda de llaveros de Bolivia 33, que se jacta de tener “la colección más grande del mundo”, o la interesante Casa Xochiquetzal, enfrente del templo.
En ella viven varias mujeres que se dedicaron al trabajo sexual y que la tercera edad las pilló durmiendo en la calle. Gracias a Martha Lamas, Elena Poniatowska, Jesusa Rodríguez y muchos más este albergue funciona desde 2006 con la intención de beneficiar “a un sector vulnerable de la sociedad por edad, sexo y situación social” en materia de alimentación, vivienda, asistencia médica y jurídica, etcétera. Se recomienda hacerse de uno de los mil ejemplares que se imprimieron del libro Las amorosas más bravas (2014) de Bénédicte Desrus y Celia Gómez Ramos para conocer mejor esta labor y en el mejor de los casos ayudar. Dichoso el lector que continúe su lectura ahí.
Siglo XIX
Foto de La Ciudad de México en el tiempo (facebook)
Interior de San Sebastián Mártir
Cristo barroco en San Sebastián Mártir
Detalle del púlpito del siglo XVII
El libro sobre la Casa Xochiquetzal
Fotos por: Jorge Pedro Uribe Llamas
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(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS / @jorgepedro)