“Sé que la vida empieza/ en donde se piensa/ que la realidad termina”, dice la letra de Dios nunca muere, un vals del siglo XIX compuesto por el maestro Macedonio Alcalá que el pueblo de Oaxaca adoptó como su himno. Un himno que, entre otras cosas, refleja el dolor de la vida, pero también la dignidad con la que humanamente hacemos frente a las adversidades.
Este es también el nombre de un documental de próximo estreno que realicé junto a Roberto Olivares, uno de los grandes documentalistas mexicanos. El filme fue producido por Guillermo Monteforte y Paola Morales, de Ojo de Agua Comunicación, en colaboración con la Comisión de la Verdad de Oaxaca.
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La Comisión de la Verdad fue creada en Oaxaca, en septiembre de 2014, con el fin de investigar las graves violaciones a los derechos humanos, cometidas en los años 2006 y 2007, en contra de miles de manifestantes que buscaban cambiar sin armas un gobierno autoritario y corrupto.
La chispa que encendió la insurrección de 2006 en Oaxaca fue un ataque realizado el 14 de junio en contra de un plantón de maestros. Otras organizaciones y ciudadanos de a pie se sumaron a las protestas masivas, llegando a desarticular durante un momento a los tres poderes de gobierno.
Como respuesta a la revuelta, el Estado mexicano reprimió de manera desmedida a los opositores, provocando una serie de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, actos de tortura, desplazamientos y otros delitos que, a 10 años de distancia, continúan en la impunidad.
Emeterio Marino, Juliana Cruz, Ramiro Aragón y Florina Jiménez son cuatro de cientos de sobrevivientes de la represión de 2006 que luchan por recuperarse y sanar, a pesar de los diversos obstáculos que les ha impuesto el Estado. Sus historias relatadas en el documental Dios nunca muere permiten mirar la entereza con la que han salido adelante en la vida cotidiana.
La Comisión de la Verdad de Oaxaca sólo pudo impulsar la consignación de siete funcionarios públicos involucrados en la ejecución extrajudicial de Arcadio Hernández Santiago y el 29 de febrero de 2016 concluyó sus labores entregando al gobierno un informe de más de mil páginas en el que además de darse una serie de recomendaciones, se detallan patrones, mecanismos, modos, operativos y nombres de los actores involucrados en diversos crímenes.
Ninguna autoridad ha asumido el compromiso de otorgar la justicia pendiente; por el contrario, persiste el intento de borrar de la memoria lo sucedido en 2006.
Pero como dice la letra del Dios nunca muere, la vida empieza en donde pensamos que la realidad termina. Esa es la esperanza que guía al pueblo oaxaqueño en su larga lucha por la justicia.