Hace un par de meses me encontré con Ignacio Ramonet, autor de una biografía a dos voces sobre Fidel Castro, el libro en el que el líder de la mítica Revolución cubana le comparte su testamento político. Cuando nos vimos, Barack Obama acababa de regresar de La Habana y acrecentaba la expectativa sobre la transformación de la isla comunista.
-¿Qué es lo que va a cambiar?
– Yo te diría que no creo que la Revolución cubana vaya a abandonar un cierto número de principios de orden social, por ejemplo, el seguir siendo un amparo para los más necesitados, no dejar a los humildes en el camino, es decir, esa política no se va a ir con la llegada del capital extranjero que el país necesita, no se va a permitir que la salud, la educación y la seguridad vayan a cambiar de naturaleza.
Lo que no cabe duda es que la economía va a conocer cambios importantes del sector del mercado, con la inclusión del sector privado, y eso va a tener consecuencias sociológicas muy importantes en el país.
– ¿Y en lo político?
– La transición política no está cambiando de sistema, pero es una generación la que se va y una generación nueva la que llega, y esto induce a un cambio de sensibilidad política, por lo menos; y es normal, hay generaciones que llegan con sensibilidades diferentes. No se está pasando del socialismo al capitalismo, pero al abrir un espacio al mercado, ya se están creando unas condiciones diferentes. También viene una transición menos visible, que es una transición demográfica. Cuba es históricamente un país de jóvenes, pero ahora será un país de viejos y esto va a plantear problemas en algún momento. Por ejemplo, si el país se desarrolla, va a carecer de mano de obra. ¿Y de dónde va a salir la mano de obra? Pues va a tener que ser un país de inmigración, naturalmente, lo cual va a provocar cambios sociológicos muy importantes. Pero Cuba tiene la suerte de ser un país muy homogéneo, digamos intelectualmente. Si tenemos en cuenta el color de las pieles, el país se ha integrado; en ese sentido, la Revolución ha hecho un trabajo que no se ha hecho en ninguna parte de América Latina con la identidad y la cultura.
– ¿El libre mercado acabará con el socialismo?
– No creo contrariamente con lo que se afirma aquí y allá, sobre todo a lo que Obama afirmó en su discurso, que basta con introducir la empresa privada para que el socialismo se caiga. El partido no perdió el control de la sociedad, y yo creo que Cuba se integra con su especialidad, su singularidad, en ese camino: Necesitamos capital extranjero para desarrollar el país, para poner en practica un socialismo, digamos de éxito, forzosamente un socialismo de gestión de la abundancia.