La siembra de mariguana y adormidera en cantidades importantes en Guerrero se remonta a los años 70, cuando el Ejército mexicano emprendía en la sierra de Badiraguato una operación llamada Cóndor, que consistía en la fumigación aérea de plantíos, realizada con apoyo del gobierno de Estados Unidos. Debido a este operativo binacional en Sinaloa, emergieron otros lugares de México para sembrar la droga en grandes proporciones con el fin de abastecer a los mercados de consumo estadounidenses. Michoacán fue uno de esos sitios y Guerrero el otro.
En Guerrero, la siembra fue introducida por Alberto Sicilia Falcón, el capo cubanoamericano que habría contado con el apoyo del grupo de generales de la zona para crear un nuevo monopolio de la siembra de mariguana en esta zona del país, justo en el momento en que la tierra sinaloense vivía la mayor embestida que ha habido en la historia en contra del cultivo de adormidera y mariguana.
Un reporte confidencial del Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales, elaborado el 30 de junio de 1971, revela que agentes del ministerio público, una diputada y partidas militares completas, evitaban combatir la siembra de mariguana en Guerrero. El informe desclasificado hace unos años, firmado en Arcelia, inicia diciendo que “en la zona existen grupos antes dedicados al abigeato y que ahora se han ampliado sus operaciones al cultivo de la mariguana en las zonas alejadas, donde también escondían ganado robado”. De acuerdo con el escrito, los grupos señalados tenían “el apoyo del Ministerio Público en Arcelia Gro., Rubén Soto Álvarez y de la dip. Local, Celia Espinosa de Olea. (el lic. Soto Álvarez posee un rancho en Pachivia, cerca de Teloloapan, donde tiene ganado robado en pequeña cantidad y con frecuencia usa peones prófugos de la justicia)”.
Otra de las cosas que deja entrever el documento de la desaparecida dependencia es la convergencia entre las primeras bandas del narco en Guerrero y del Ejército, para combatir a la guerrilla de la época, mediante la desaparición forzada. El reporte dice que “en mediados de 1970, el C. Agente del MP, Lic. Soto Álvarez dio trámite a diversas acusaciones de homicidio y otros delitos, en las que aparecen como acusados elementos del grupo encabezado por Bulmaro González Chavando. Las referidas acusaciones son verdaderos absurdos y parten de la desaparición de personas para cuya aprehensión colaboró Bulmaro González Chavando con las autoridades militares, pero que fueron trasladadas por tales autoridades a otros lugares, sin que conste su muerte pues no han sido encontrados los cadáveres por esa zona”.
LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE DIEGO E. OSORNO: EL PUNTO DE QUIEBRE, SEGÚN CARMEN ARISTEGUI
El jefe de la partida militar coludida con la siembra es un sargento segundo identificado en el escrito como Lucio Cárdenas Robles. Sobre él y el jefe de la zona militar, el General de Brigada, Juan Manuel Henríquez, van enfocadas las acusaciones hechas por el órgano de inteligencia política que tenía el régimen en esos años. El agente dice que la Partida Militar no se percata de que Toribio Abarca, Demetrio Villa y Matilde Villa están cultivando mariguana en Tierra Blanca, mientras que la familia Cuevas lo hace en La Planta; y la familia Trujillo en El Manguito; José Mojica y su familia, conocidos todos como “Los Coyotes” siembran en Buena Vista; Benito Román, José Isaac Román en San Felipe, y Roberto Hurtado Mojica en La Cañita.
El informe pormenorizado sobre las familias que controlaban la siembra en Guerrero, concluye diciendo que “el C. Jefe de Zona. Gral. Brig. Juan Manuel Henríquez no ha dado atención a las quejas y el comandante del 29 Batallón, con sede en Iguala, Gro. Sr. Gral. Archila Moreno, ordenó una investigación que resultó tendenciosa y calificó a los quejosos de Ixcatepec como intrigantes, manifestando que son falsas las afirmaciones sobre la existencia de grupos de abigeos o de cultivo masivo de mariguana”.
Entre los miles de documentos oficiales de aquellos años, los cuales han sido abiertos a consulta pública en el Archivo General de la Nación, no se han conocido hasta ahora reportes o informes que vinculen a la guerrilla de esos años con el narcotráfico. Mucho menos a los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
* Esta historia se relata con mayor detalle en el libro El Cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco (Grijalbo, 2009)