El público está abrazando gradualmente estos nuevos mundos y las marcas están adoptando nuevas prácticas que parecen atraer consumidores
Paty Soto
Es innegable que el mundo está cambiando tanto en el plano físico como en el virtual, y es un error suponer que no nos va a afectar porque «somos de otra generación» o «eso es solo para los jugadores de videojuegos». La realidad es que los cambios económicos y de formatos de negocio ya están aquí. Y, a su vez, la pandemia aceleró acciones que están haciendo del Metaverso una realidad adoptada globalmente.
En perspectiva: La Web 1.0 fue el primer modelo de internet en el que una persona podía leer noticias y enviar correos electrónicos. La Web 2.0 es la que experimentamos hasta hoy: creación de contenido, plataformas que permiten su consumo. Interacciones inmediatas y virtuales. Y, sobre todo, acumulación de información concentrada en poderosas empresas como Facebook, Amazon, Alibaba…
La Web 3.0 es un plano de existencia diferente: el virtual. Ahí las personas pueden extender las experiencias físicas determinadas por su localización y circunstancias, con ayuda de la realidad virtual y aumentada. En el Metaverso hay un espacio virtual en el que nos desenvolvemos con avatares. Y con estos, interactuamos con los de otros y con lo que nos rodea en ese espacio alternativo.
Se da entonces la llamada «computación ambiental» que salta del plano análogo al virtual sin complicaciones. A su vez, contiene organismos descentralizados que se mueven económicamente con criptomonedas que no dependen de organismos como gobiernos o bancos.
El metaverso es la convergencia de dos ideas que han existido durante muchos años: la realidad virtual y una segunda vida digital, en palabras de Brian X. Chen en el New York Times: “Al poder integrar en la extensión de nuestra persona detalles que permitan expresión de individualidad, el «qué me pongo» tiene peso.”
Desde el 2021 reconocidas marcas de moda de lujo y otras más de consumo masivo, han empezado a brincar entre ambos mundos. Algunos, como Dolce & Gabbana ofrecen artículos únicos e irrepetibles -en forma de los famosos NFTs o tokens no intercambiables- considerados coleccionables y valiosos.
Rebecca Minkoff hizo un lanzamiento o «drop» de 400 prendas virtuales con Yahoo y el marketplace digital Dematerialised. Se subastaron en la plataforma OpenSea, ¡agotándose en menos de 10 minutos! Nike tiene NIKELAND en Roblox, al igual que Gucci.
Balenciaga ha colaborado con el videojuego inmersivo Fortnite. Ahí, los jugadores compran «skins» o trajes para sus avatares con ediciones limitadas. Igualmente, por en mayo del 2020, Marc Jacobs colaboró con los desarrolladores de Animal Crossing para darles opciones de ropa virtual a los jugadores.
¿Y cómo se compran atuendos en el metaverso? Hay distintas maneras de hacerlo, pero en su mayoría se requieren «tokens» o monedas especiales generadas por cada plataforma y que se ganan o compran bajo diferentes normas y reglas. Se pueden conseguir pagando una suscripción o participando en actividades. O se pueden intercambiar por fiat (dinero físico constante y sonante como dólares o euros) o criptomonedas.
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