A veces me descubro intentando creerle a las autoridades del Distrito Federal cuando nos dicen que en la capital de la República no operan bandas del crimen organizado. Me pasa, por ejemplo, cuando veo que el gobierno de Miguel Ángel Mancera lleva dos meses sin dar pie con bola en el tema de los maestros de la CNTE. Si ese caso los trae de cabeza, si los profesores los hacen como quieren –que si nos vamos, que si no; que si nos compactamos, que si siempre no–, qué bueno que los muchachos de Mancera no tienen que enfrentar a un cártel. O a dos. Qué alivio.
Es que, imaginen, qué tal que tuviéramos que enfrentar a peligrosos delincuentes cuando las autoridades capitalinas no pueden con las bandas de robacasas que llevan meses azotando diversas colonias de la ciudad. Es más, cuando ni el gobierno central ni los jefes delegacionales pueden con un tema que podría parecer simple, pero que dados los resultados no me queda duda de que debe ser complicadísimo, casi como para pedir a EU una especie de Iniciativa Mérida para que se rescate al DF de… la oscuridad de sus calles.
Hace poco tuve que salir un domingo en la noche a entregar las películas rentadas (sí, todavía rento pelis) a fin de no pagar a lo tonto un día de penalización. Me pareció muy fácil ir en bicicleta, al fin que el Blockbuster me queda a ocho cuadras. Cuando me percaté de la oscuridad que había en largos trechos me puse a contar las luminarias apagadas: abandoné la cuenta al llegar a diez, varias de ellas en pleno Presidente Masaryk.
“Uy eso no es nada, si vieras la Condesa”, me dijo el día siguiente un amigo, quien me contó que la oscuridad en su barrio es tal que su madre le pedía no salir de noche, dado que no se veía nada.
El martes tuve que ir a una cena. Decidí usar el metro. Las tres fotos que acompañan esta columna fueron tomadas en la entrada del metro Auditorio. Una sin flash, la más oscura. Otra con flash (solo para aportar un poco más de detalles a la cueva de lobo que era ese andador). Y una más en la zona de los ambulantes. Por una vez en la vida agradecí que hubiera ambulantes. Aunque raquíticos, sus focos tienen la potencia que falta a los que deberían cuidar la delegación Miguel Hidalgo y la jefatura de gobierno.
Pero no soy el único que lo he notado, qué va. Basta revisar Twitter. Por ejemplo, Rubén Álvarez, conocido por sus cuates como El Negro, antier posteó esto: “@rubenalvarezm: Día 15 sin luminarias en San Juan ¿hasta cuándo? / @LibreenelSur @NatCervantesL @letichelius @Renaterra_zas @JorgeRoHe @DelegacionBJ”. Aquí van otros mensajes en esa red social.
Anoche, @luciamelp: “Sres de @DenunciasAODF @GDF ¿qué pasa c/ las luminarias frente a Escuela Porfirio Parra? Los niños salen a una calle oscura. Y es San Angel!”.
El lunes, @anarrl: “@072GDF Hola. Siguen sin servir las luminarias de Felipe Villanueva, en la colonia Guadalupe Inn”. El 29 de octubre, desde Coyoacán @conslameiras: “Faltan luminarias, el centro está invadido de ambulantes nuevamente, cobijados en fiestas q la Delegación organiza TODOS los fines de semana”. Desde Tlalpan, @GinaEMendez: “@DTlalpan Ya no se de que manera pedirles que por favor reparen las luminarias de Av. La Hacienda en Residencial Villa Coapa”.
Bueno, cómo serán los reclamos en Magdalena Contreras que el 25 de octubre llevaron a la delegada de esa demarcación a publicar este mensaje: “@Leticia_Quezada: Vecinos y vecinas: todas las luminarias de la delegación se van a cambiar! TODAS! Paciencia!”.
Paciencia. Je. Qué apuestan a que afuera de la casa de la delegada sí funcionan las luminarias.
Mi amigo Javier Garza, que vive en Torreón y que como cualquier habitante de La Laguna sabe lo que es la zozobra de vivir en una comunidad asolada por los grandes cárteles del crimen, dice que a la distancia las discusiones de los chilangos se ven como un lujo: que si el plantón, que si las marchas, que si el tráfico, que si las consultas para los parquímetros…
Imagínate Javier, si no podemos ponernos de acuerdo para exigir a las autoridades capitalinas de una vez por todas un esquema que permita expresar derechos sin violentar los de terceros en marchas y plantones, y si no podemos siquiera hacer que los delegados pongan luz en las calles, qué afortunados hemos sido los chilangos de que aquí en el DF no opere el crimen organizado.
Porque si no podemos con lo elemental, qué sería de nosotros si tuviéramos que depender de las autoridades para que nos protegieran del narcotráfico.
Porque aquí en la capital no hay crimen organizado, ¿verdad que no?
(SALVADOR CAMARENA / @salcamarena)