Así estaba planeado: el 4 de febrero, la Secretaría de Hacienda debía informarnos sobre el nuevo aumento a la gasolina.
Sonaban muy formales, así como han querido sonar desde el 1 de enero pasado, cuando el gasolinazo estuvo acompañado de una larga explicación sobre el precio del dólar, los precios internacionales de la gasolina y la importancia de no seguir subsidiándola. Insisto: muy formales.
Nos dijeron que era realismo económico, que en México seguía siendo barata, que además importábamos la mayor parte y que mantener los precios ponía en riesgo programas sociales u obligaba al país a endeudarse más.
El tiempo ha dejado en claro que nos mintieron.
Es mentira, por ejemplo, que los programas sociales estuvieran en riesgo. En realidad, habría muchos otros rubros donde el gobierno federal podría ahorrar, sin comprometer estos programas.
También nos dijeron que el gasolinazo no tendría un impacto inflacionario. Sorpresa: la primera quincena de enero tuvo la inflación más alta desde 1999.
Pero quizá el argumento que más repitieron fue que el precio ya no sería fijado con criterios políticos, que habría una fórmula para definirlo, que incluye el tipo de cambio y los precios internacionales del combustible. Así de transparente. Algo definido con sumas y restas.
En los últimos días, sin embargo, hemos leído declaraciones de políticos de casi todos los partidos, en las que le piden al gobierno frenar los aumentos programados. Los propios funcionarios de Hacienda han dicho que están estudiando alternativas y que quieren “suavizar” el próximo gasolinazo.
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Suena a que ya se tomó la decisión y no habrá aumento.
Les cuesta trabajo reconocerlo, pero al gobierno federal le tomó por sorpresa la reacción ciudadana. No hubo un solo día de enero en la que no hubiera manifestaciones.
No se trata, por supuesto, de decir “pues ahora nos aumentan”. O de afirmar: de todo te quejas, malo si aumentan y malo si no aumentan.
Lo que se vale exigir es que al menos nos expliquen qué están haciendo para evitar nuevas crisis. ¿Qué se hace para disminuir nuestra dependencia a las importaciones de gasolina? ¿Cuánto se va a invertir en transporte público? ¿Por qué no se previeron los aumentos de precios en productos de la canasta básica?
Y sobre todo: ¿Por qué ahora sí se puede y el 1 de enero no se pudo evitar un alza tan fuerte? Demuestren, con números, que frenar un nuevo aumento no es por el temor a las manifestaciones.
No es mucho pedir: políticas públicas para evitar nuevos descalabros y argumentos basados en hechos y no en mentiras.
(O bueno, en este gobierno sí suena a pedir mucho).