Los gobernadores deben amar a Javier Duarte. Vean: diario hablamos sobre el desastre en el que el mandatario veracruzano tiene a su estado y denunciamos impunidad, corrupción, violencia, deuda, desempleo… Y no hemos logrado ni despeinarlo.
El resto de los gobernadores puede concluir, con razón: si a él le permiten todo esto, ¿por qué nosotros habríamos de ser sancionados? ¿Qué pecado tendríamos que cometer para que nos sancionen?
Basta revisar algunos temas para darnos cuenta de que en el resto del país las cosas no están mucho mejor. Vean:
- ¿Violencia? En Colima ha habido un repunte de la violencia que ya puso al estado en el primer lugar de homicidios.
- ¿Impunidad? En Chihuahua no ha habido ninguna sanción para el gobernador César Duarte, a quien se le ocurrió la idea de asociarse a un banco y depositar en él 83 mil millones de pesos de recursos públicos para que arrancaran con suficiente dinero.
- ¿Corrupción? En Chiapas no han podido terminar un hospital en cuatro años para el que ya se gastaron más de 300 millones de pesos.
- ¿Endeudamiento? Roberto Borge, en Quintana Roo, duplicó la deuda en su sexenio.
¿Algún gobernador pagará las consecuencias? No. El único que ha caído ha sido el tabasqueño Andrés Granier, quien hoy está preso. Uno entre decenas que han gobernado en los últimos años. ¿Han sido eficientes e incorruptibles? En realidad, han operado con libertad absoluta, amparados en la ausencia de opositores reales, sin medios de comunicación confiables y con una sociedad civil débil.
Pero también, de manera destacada, con un gobierno federal que se ha amparado en su “respeto” al federalismo para dejar hacer.
No se trata de regresar a los viejos tiempos en los que un Presidente quitaba o ponía gobernadores a su antojo.
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Lo que se pide es utilizar las herramientas legales ya existentes para exigir cuentas a estos mandatarios, frenar la impunidad y castigar la corrupción. Para eso está el Senado, la Auditoría Superior de la Federación, la PGR y hasta las autoridades electorales, según sea el caso. Ahí están los juicios políticos, el retiro del fuero, los delitos federales. Nada fuera de la ley.
Urge frenar el ejercicio del poder sin contrapesos y sin sanciones del que disfrutan los gobernadores, porque hoy –quién lo duda- federalismo es sinónimo de impunidad y los gobernadores son virreyes.
Cumplir la ley. Nada más. Y con Duarte pueden poner el ejemplo.