Últimamente siento que vivo en dos países completamente distintos. Como me he impuesto la tarea de reportear algunas manifestaciones de cultura contemporánea en México, he pasado de la Fundación Colección Jumex a la Feria de arte contemporáneo Zona Maco; del Festival de ciudad y arquitectura Mextropoli, al fabuloso programa de exposiciones del Museo del Chopo; de la exposición del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, que revisa el origen de nuestras vanguardias, al Vive Latino. De los Indie Music Awards, que premian lo más fresco de la escena musical, a los homenajes a Octavio Paz en su centenario; del tremendo éxito de la cocina de inspiración mexicana en el extranjero al documental de Roberto Fiesco, Quebranto, que cuenta la historia de un transexual y su mamá.
Digamos que ese es mi primer plano en este momento.
En el trasfondo he visto pasar lo siguiente: la crisis de seguridad en Michoacán, la captura del Chapo, la chapucería de las leyes secundarias en telecomunicaciones, el cierre de la Línea 12 del metro, la vergüenza de contar con una izquierda que sólo administra su parcela de poder, la destrucción del PAN por sus propios militantes, el inmovilismo del Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, el grosero escándalo del PRI en el DF, la nueva crisis de seguridad en el Estado de México, el asesinato de Gregorio Jiménez en Veracruz, etcétera.
¿Qué pasa? ¿Cómo un país que tiene una escena cultural tan rica tiene una clase política tan pobre y corrupta? ¿Cómo un país que tiene más de 100 mil asesinatos al año, puede tener un grupo de rock tan fresco como Little Jesus, o Jumbo o la Banda Bastön, o la agrupación Cariño o el cine de Fernando Eimbcke o el diseño industrial de Ariel Rojo o los libros de Sexto Piso? ¿Por qué la Secretaría de Economía ignora tan olímpicamente la mina de oro que hay en nuestras industrias creativas? ¿En qué país viven unos; en qué país los otros?
No me lo explico. Una posibilidad es que la sociedad civil, por lo menos en este ámbito, sí está funcionando. La mayoría de las iniciativas que he explorado surgieron a espaldas del antiguo Estado protector y paternalista, un Estado con una idea vieja (o ninguna, como en el caso de la administración Fox) de una cultura nacional.
Ya no hay tal: tenemos culturas locales, modos de producción y circulación cultural que están a espaldas de los canales más visibles, como los medios electrónicos que ignoran esta riqueza, incluso los impresos, que han reducido a nada las páginas de cultura. También tenemos nuevos públicos, que de alguna manera llegan y consumen y disfrutan de todo esto.
Qué bueno que existe este otro país, porque de otra manera sí viviríamos muy deprimidos.
(GUILLERMO OSORNO / @guillermosorno)