En los muchos años que llevo mirando desde adentro al periodismo nacional he detectado que hay dos tipos de periodistas: los que se ponen del lado de las empresas y/o gobiernos y los que se ponen del lado de las personas y la libertad de pensamiento. Parece un reduccionismo casi pueril pero cotidianamente vemos ejemplos en los medios de comunicación nacionales. Y no hay puntos medios.
Los que se ponen del lado de las personas y de la libertad en el ejercicio periodístico rara vez duran mucho en una empresa, porque consideran que su trabajo obedece a los intereses de las personas y que las empresas simplemente proporcionan la infraestructura para que el trabajo intelectual sea posible. Los filósofos no piden permiso para pensar, los escritores no piden permiso para contar una historia y los periodistas tampoco tienen por qué pedir permiso para decir lo que tienen que decir. En el caso de Carmen Aristegui, MVS sabía perfectamente que la agenda periodística de Carmen nada tenía que ver con la línea editorial del resto de sus informativos, ni mucho menos con el espacio de Cositas, conducido por Gaby Vargas. De hecho, los informativos de MVS tenían prohibido retomar las notas generadas en el noticiero de Aristegui, pero decidieron jugar con ella hasta que se les acabó el amor o encontraron un negocio mejor. Desoyendo a su audiencia prefirieron atender los intereses de su cliente máximo.
Casos como estos que exhiben descaradamente a empresas pusilánimes y a un gobierno que prefiere gobernar en la nata mediática que a ras del suelo, por lo menos nos permiten saber de qué lado masca la iguana y quién es quién en el actual circo de los medios de comunicación.
He pasado por muchas empresas ejerciendo el periodismo, he sido fundador incluso de varias publicaciones que se volvieron pequeñas empresas, pero no creo que exista ninguna empresa en este mundo que valga más que las personas que en ella laboran. Para las y los periodistas la empresa para la que trabajamos es circunstancial, ahora estamos ahí, mañana pueden prescindir de nosotros y sin embargo seguiremos haciendo nuestro trabajo porque tenemos historias que contar y porque las personas hemos demostrado un mucho mayor compromiso con este país que las empresas. Las empresas son como los automóviles, son vehículos para decir las cosas, pero los autos quieren gasolina y las empresas quieren dinero, eso es lo único que los mueve, mientras que a los periodistas nos mueven otras pasiones y nos anima un compromiso con las personas con las que día a día compartimos el mundo.
Por eso abrazo a la querida Carmen Aristegui y a su equipo, por seguir del lado de quienes la escuchamos y por dignificar en estos momentos difíciles al pisoteado periodismo nacional.
(FERNANDO RIVERA CALDERÓN)